Desde hace muchos años se viene hablando de la necesidad de producir reformas en la Organización de las Naciones Unidas, con el fin de hacer más viables los mecanismos institucionales de la organización, lo que no ha sido posible como opinan algunos por la poca disposición para revisar cuestiones pendientes con el fin de adaptar a la organización a las nuevas circunstancias de hoy en día que son muy diferentes a las de 1945 cuando se fundó la ONU.
Las Naciones Unidas que nacieron del deseo compartido por muchos países de que el mundo nunca volviera a caer en los horrores de una tiranía y la guerra mundial, deben transformarse de acuerdo con las nuevas realidades que presenta el mundo de hoy, con el fin de mantener su relevancia y su credibilidad, mejorando su eficacia para mejorar la vida de las personas y el clima de paz en todo el mundo.
Cuando se fundó la ONU en el año 1945 al finalizar la Segunda Guerra Mundial la misma fue sustentada por 50 países, actualmente la organización esta conformada por 193 países y la misma se encuentra frente a nuevos retos y desafíos, ya que se han producido profundos cambios de poder y riqueza en el mundo, que de no ser abordados con presteza y firme determinación pondrán en peligro un mundo seguro, próspero y equitativo.
Estos comentarios anteriormente señalados son a propósito de los importantes señalamientos del presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva en la reunión del Grupo de los 7 celebrada en Hiroshima (Japón) donde participó invitado por el primer ministro japonés, Fumio Kishida, donde hizo un llamado a la comunidad internacional a asumir sus responsabilidades colectivas teniendo en cuenta los actuales riesgos del orden político internacional.
En su participación en el G7, grupo que muchos cuestionan por su ineficacia e inutilidad, el presidente Lula señaló que,¨su idea de un mundo multipolar que no excluya a ninguna nación por motivos ideológicos o políticos ,recordando que las soluciones a los problemas que enfrenta la humanidad no están en la creación de bloques antagónicos o poderes hegemónicos o en respuestas que impliquen únicamente a un pequeño número de países.
Para ello, dijo, se necesitan transformaciones en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). «Sin una reforma del Consejo de Seguridad, con la inclusión de nuevos miembros permanentes, la ONU no recuperará la eficacia ni la autoridad política y moral para hacer frente a los conflictos y dilemas del siglo XXI es necesario un cambio de mentalidad, para romper mitos y abandonar paradigmas que se desmoronan”, afirmó Lula Da Silva.
En la cumbre participaron los jefes de Estado de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá, Estados Unidos y Japón, así como la Unión Europea (UE) e invitados especiales, Lula Da Silva critico a los países del G7 afirmando que, “en los últimos años se produjeron retrocesos importantes, como el debilitamiento del sistema multilateral de comercio, el proteccionismo de los países ricos sigue tomando fuerza y nadie se acuerda de la ronda del desarrollo”.
“El sistema financiero mundial debe estar al servicio de la producción, el trabajo y el empleo. Solo tendremos un crecimiento verdaderamente sostenible si dirigimos esfuerzos y recursos hacia la economía real», terminó diciendo el presidente brasileño, hay mucha razón en los planteamientos de Lula ante el G7, las Naciones Unidas necesitan una profunda reflexión, que produzca iniciativas, que fortalezcan esta importante comunidad de naciones.
Las Naciones Unidas y sus mecanismos de funcionamiento deben fortalecerse tal es el caso de la asamblea general y el consejo de seguridad, que deben estrechar las relaciones y este último organismo por su importancia debe analizarse su composición de modo que se cree un consejo de seguridad más legítimo, con mayor representación de los países y regiones del mundo, que contribuya a cambiar su hermética composición.
Desde hace años se hacen negociaciones sobre la composición del Consejo, pero se deben redoblar los esfuerzos, el panorama geopolítico ha cambiado radicalmente, ha pasado toda una generación desde el fin de la Guerra Fría y ya es momento de que las Naciones Unidas aborden estas cuestiones pendientes, las instituciones deben adaptarse para afrontar las nuevas circunstancias, que son muy diferentes a las de 1945.
Un tema importante y delicado en el consejo de seguridad es el veto al que tienen derecho sus 5 miembros permanentes (Reino Unido, Francia, Estados Unidos, China y Rusia), cuando consideran que sus intereses fundamentales están en juego, el tema, aunque complejo debe ser debatido de modo que se haga más participativo este derecho inherente a los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Las decisiones de los organismos internacionales deben adoptarse democráticamente para que tengan legitimidad y tal como lo planteará el presidente Lula, «No tiene sentido pedir a los países emergentes que contribuyan a resolver las múltiples crisis a las que se enfrenta el mundo sin que se atiendan sus legítimas preocupaciones y sin que estén adecuadamente representados en los principales órganos de gobernanza mundial”.
Por Luis Fernández
*El autor es político, escritor y comunicador