Uno los ve pasar, chicos y chicas, son muy jóvenes, delgados o cuerpos atléticos, unos son muy escuálidos, otros son muy atléticos y robustos, con tatuajes o barbas muy vistosas, algunos son muy obesos, algunos extremadamente esqueléticos, eso sí, la mayoría lleva su vaper echando humo como locomotoras.
Mayormente hablan de lo que pasa en las redes, de sus empleos en el call center y de cómo hacer dinero, mucho dinero, el dinero es su obsesión, su ansiedad, su dios. Uno los ve pasar con sus melenas, con sus afros, con el cabello chorreado, rizo o alisado.
Ellos tienen alguna idea de cómo es el mundo donde viven, otros ni idea, otros piensan que el mundo es como se lo imaginan, pero lamentablemente la realidad del mundo donde existen es completamente muy diferente.
Son el producto y resultado de lo que, los más media y la decisión de los dueños del planeta, quieren que sean. Son la antesala de la era robótica, maquinas programadas para hacer única y exclusivamente lo que el programa o sistema determinen que piensen o hagan.
Escuchan sus celulares y computadoras muy modernos e inteligentes, a sus amigos, que como ellos piensan lo mismo, a los padres, abuelos o tíos mayores no. A ellos no los quieren escuchar, esos para ellos no son inteligentes ni modernos, están obsoletos.
Los abuelos, padres y tíos mayores vienen de una realidad construida con las experiencias de los errores del pasado, la de ellos es una realidad virtual, construida por los medios de comunicación de masas y la inteligencia artificial.
Comen y duermen como dioses, tienen ropa, comida y techo, en la mayoría de los casos no ven de donde viene la mano del brazo que les provee, en muchos casos tampoco valoran el poco o mucho esfuerzo echo por los padres ni son agradecidos.
Uno los ve pasar, preocupados y con tanta tristeza muchas veces y es tanto el dolor que sentimos. Hijos de este tiempo, donde la moda no incomoda, donde el rey es el dinero y el mal gusto y los bajos instintos prevalecen, por encima de lo real y justo.
Los vemos pasar, son nuestros hijos, los tuyos y los míos, son nuestros sobrinos, vecinos y nietos. Ahí andan indiferentes con lo que acontece a su alrededor, con lo que le pasa a su vecino, a su prójimo, muchas veces ni su nombre conocen.
Son ellos, esa juventud manipulada, usada, intoxicada de agresividad, de vicios, de consumismo, los que tendrán que, con este mundo que heredan, “construir los sueños para sembrar las simientes de donde nazcan la verdad y la razón para las futuras generaciones que vendrán”, no para ejecutar tareas, sino para pensar y tomar decisiones, al menos esa es la aspiración.
En el umbral del abismo son la única esperanza para esta humanidad. Están llamados a enmendar “el error”, salvar el planeta, ponerles fin a las guerras, al hambre, a las enfermedades y desigualdades provocadas por las generaciones pasadas, las condiciones están dadas, sólo tienen que darse por enterados.
Por supuesto, todo esto puede ser posible, no obstante, mi gran preocupación reside, en qué tipo de educación, valores y formación van a transmitir a sus hijos, esta generación de cristal, o sea a nuestros nietos y bisnietos. Qué parámetros éticos y morales tendrán esos seres humanos del futuro, esa es mi gran inquietud…
Por Ebert Gómez Guillermo