Madrid.- Las noticias falsas han existido siempre, pero con las redes sociales han incrementado exponencialmente su alcance a los grupos de población más vulnerables. Para atajar el impacto que entre los jóvenes tiene la desinformación y promocionar el buen uso de los dispositivos móviles nace el Proyecto WISE-ME: The right use of social media to face fake news and disinformation, financiado por la Unión Europea.
Ana Pérez Escoda, profesora e investigadora del grupo Innomedia de la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad Nebrija, coordina este proyecto europeo dirigido a alumnos de secundaria, bachillerato y formación profesional en una franja de edad de 12 a 17 años.
“Las fake news (noticias falsas) unidas a las redes sociales se han convertido en una preocupación supranacional para los gobiernos y las grandes compañías”, asegura.
Con métodos pedagógicos “adecuados”, el proyecto pretende dar soporte al profesorado para potenciar el manejo de las redes sociales desde un punto de vista educativo. “El gran hándicap de los profesores es como incluir esto en el aula y como lo compagina con el resto de las materias”, aprecia Pérez Escoda.
El contexto de las redes sociales, impregnado en muchas ocasiones de “mensajes de odio y personas que se esconden detrás de los perfiles” es, para la investigadora de la Universidad Nebrija, “especialmente sensible” en la actualidad.
El reto del proyecto de alfabetización digital apunta a aterrizar estas buenas prácticas en las aulas. Para este propósito se formará a los profesores y se les dotará de recursos teóricos e interactivos incluyendo la creación de un bot con inteligencia artificial.
Vulnerabilidad digital
El primer encuentro del proyecto europeo WISE-ME: The right use of social media to face fake news and disinformation, liderado por el grupo Innomedia, se tradujo en un intercambio de pareceres entre los investigadores y en una mesa redonda sobre alfabetización digital y redes sociales celebrada en el Campus de Madrid-Princesa de la Universidad Nebrija.
En el coloquio participó Ignacio Blanco, catedrático de Periodismo de la USP-CEU y coordinador general del consorcio de I+D+I PROVULDIG (Programa de Actividades sobre Vulnerabilidad Digital), financiado por la Comunidad de Madrid y el Fondo Social Europeo.
La red PROVULDIG, en su tercera etapa, con 90 investigadores de 9 grupos y 6 universidades, aborda la vulnerabilidad digital entendida como “el conjunto de amenazas derivadas de una sociedad plenamente digitalizada que se desenvuelven en entornos de riesgo para determinados públicos sin que se produzcan mecanismos adecuados de protección”.
Blanco precisó que este consorcio trata de conseguir una sociedad “más inclusiva” que favorezca entornos digitales “más saludables y participativos”. A su juicio, estamos en un momento en el que prolifera la desinformación al haber perdido los medios tradicionales el control de distribución de las noticias. Los discursos de odio, la brecha digital, la influencia de los influencers hacia los niños y las dificultades de la juventud para acceder al mercado laboral en el ecosistema digital son cuatros de los ejes sobre los que gira PROVULDIG. “Soy optimista digital y creo en los jóvenes”, aseguró Ignacio Blanco.
Ante una vulnerabilidad digital que se caracteriza “por ser una realidad cambiante que carece de una base epistemológica y que se dirige a los seres humanos”, Ignacio Blanco apostó por abordar la cuestión desde los ámbitos de la educación, la sociología, la psicología y la filosofía.
Segundo y tercer ciclo de Primaria
Eva Herrero, profesora de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora principal del proyecto ALFAMEDESO (Alfabetización mediática en los centros de secundaria, ¿cómo se enseña a los adolescentes a consumir información?), financiado con una Beca Leonardo, también concurrió al debate moderado por Ana Pérez Escoda.
ALFAMEDESO arroja luz sobre las carencias de los escolares en la diferenciación entre la información y la opinión y en la ausencia de referentes veraces. Además, evidencia cómo muchos profesores luchan por lo general contra las redes sociales y los lideres de opinión de los influencers.
Para Eva Herrero, en el correcto uso de los móviles “hemos llegado tarde en Secundaria, pero creemos que en segundo y tercer ciclo de Primaria se puede hacer mucho porque los currículums no son tan cerrados, se trabaja por proyectos y se puede contar con la implicación de las familias”.
El papel de las familias
Precisamente sobre esa implicación de las familias hablaron las especialistas en educación digital María Zabala, directora del área de Sociedad y Tecnología en Alabra, responsable de iWomanish y autora del libro Ser padres en la era digital, y Laura Cuesta, profesora de Cibercomunicación en la Universidad Camilo José Cela, formadora de familias y autora de Crecer con Pantallas.
“Detecto mucha confusión, una preocupación extrema y un rechazo a todo lo que implique pantallas. Hay mucha nostalgia y prejuicios; decimos que se han perdidos los valores, pero siempre nos referimos a que los demás los han perdido. Nuestros hijos no ven porno ni acosan a sus compañeros, sino que son lo demás… Nos cuesta ser objetivos”, señaló María Zabala.
En su opinión, que nuestros hijos se informen desde los mismos canales en los que lo hacían sus padres y que crean más a un medio de comunicación que a un influyente resulta “muy ingenuo”. Durante su intervención apeló a la autocrítica: “Queremos que nuestros hijos desarrollen el pensamiento crítico, pero queremos que piensen como nosotros”.
Los tres debates que “por desgracia se han fusionado”
En una defensa de términos como `bulo´ y `desinformación´ por encima de `fake news´, Laura Cuesta apostó por formar a las nuevas generaciones en “esta cantidad de contenidos y canales” que difunden la desinformación. Acompañar a los jóvenes en su manejo y evitar las prohibiciones son dos de las estrategias que citó durante su exposición.
Cuesta estimó que hoy existen tres debates que “por desgracia se han fusionado y trastocado y se confunden muchas veces intencionadamente”: el movimiento “antipantalla” de miles de familias que exigen que se prohíba por ley el acceso a los menores de 16 años con el móvil a los centros escolares, la regulación estatal de los móviles en las aulas, y la petición de desdigitalizar las aulas.