Ahora, cualquiera es periodista, realizador de redes sociales y compite con los avezados en comunicación en general, desde la difusión de mensajes, como los que aparecen en las YouTube, Facebook, Instagram, etc.
Un caos vial en Nueva Dheli, es algo parecido a lo que acontece en el trajinar de lo que aún, con atrevimiento, llamamos periodismo. Debemos deslindar las obsesiones. El periodismo es un ejercicio. La relación entre el comunicador, el periodista y el político, es sin duda, una simbiosis perfecta. Sólo hay que diferenciar las formas. Lo demás es propaganda, pura, simple.
En diarios impresos, digitales y audiovisuales aparecen las muletillas: “Vean esto señores…es increíble señores…”, “…lo que es…” “y es que…”, y otras formas de expresiones sin fondo ni formas que constituyen una forma de comunicación nueva, una metástasis del renguee, del arte urbano y qué ocho cuartos se inventa en las redes la nueva generación, valga la redundancia, de “jóvenes”.
Las muletillas en nuestra América Latina no son errores comunes que se “cuelan”, sino una aberración lingüística que proviene de una clase social pobre en estudios, que no debemos desdeñar, ya que es en realidad una forma de expresión que ellos entienden es un profesionalismo moderno.
Una manera fácil de diferenciar al periodista del simple comunicador, es que el periodista, egresado de una universidad o autógeno, es publicado en medios creíbles, donde existen Director, Jefe de Redacción, Corrector, Editor y otros miembros que forman la “Sala de Redacción”, donde se reciben las informaciones y los artículos de opinión a través de un legal correo electrónico y existe una relación profesional entre el medio y el periodista.
En este caso, el profesional del periodismo ofrece sus credenciales personales y suministra su foto. Es localizable y forma parte de redes confiables en los que se requiere suministro de información fidedigna de notabilidad. Contrario ocurre con algunos comunicadores que abren un canal de YouTube, realizan desde cualquier lugar y sin revisión previa de otra persona y su fruto se publica en crudo.
La propia Academia de la Lengua Española, de la cual nos regimos los periodistas, locutores, poetas, ensayistas y escritores, determina que las muletillas son “errores” que se cometen al escribir o hablar de manera no formal, que son innecesarias, que buscan describir de manera cómoda, fácil, lo que de manera directa se les hace difícil hacerlo.
Con frecuencia vemos sin sonrojarnos, que hasta periodistas de connotación e historia profesional amplia, ya utilizan las muletillas de “Señores”, “Vean”, “Escuchen” “…lo que es…” y otras expresiones que sobran en el léxico histórico del periodismo. El periodista experto en artículos de opinión y periodismo de investigación es ducho en literatura, va directo y describe “lo que es” de una manera tácita. Escribir noticias no es lo mismo que articular ideas.
Son una especie flotante de comodines que demuestran la falta de un léxico de palabras técnicas que no ayudan a la síntesis de las ideas que se desea plasmar y crean una idea de profesionalismo irreal al utilizar palabras rebuscadas que no siempre concuerdan con el tema central del que se trata.
La Real Academia también las tipifica como “muletillas”, que son una forma de expresión repetida que son ineficaces, sin sentido y de escasa calidad gramatical, a las que también se les denominan “coletillas”, palabras que sobran, informaciones anexas, como se utilizan en los cheques enunciativos, donde se explica el propósito de su emisión.
Nuestro propósito no es denostar el trabajo arduo, serio, que muchas veces busca un propósito apreciativo, otras veces sin remuneración, que ejercen un periodismo alternativo, quizás más profesional que el de los profesionales, pero la vida es así; sin menospreciar, pero se debe contar con medios que en realidad crucen el difícil cedazo luego de pasar por la zaranda que debe demostrar su propia esencia.
Me siento orgulloso de ser mecido, analizado, revisado y publicado sin la necesidad de utilizar los detalles de la gramática que “sobran”. Mi interés es edificar. Nuestra juventud, que es la que sobrevivirá al holocausto cultural, deberá formarse bajo la tenaza imponente de las formas de una comunicación sin desperdicios, ni de tiempo, ni de malformaciones gramaticales.
Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta
El uso de los medios de comunicación masiva debe educarse