Abinader, un triunfo predecible; la oposición, una derrota inminente

La relación de poder originariamente empieza desde la familia (el hogar) y partiendo de ahí definimos la política como la ciencia que maneja esa relación y se potencializa desde la organización social más acabada que es el Estado.

El Estado moderno o burgués en su estructura tiene instituciones, aparatos e instrumentos de carácter ideológico y es aquí donde entran los partidos políticos y con ello todo lo que implica su estructura y capacidad competitiva por medio de elección de candidaturas a distintas posiciones.

Ahora bien, para llevar adelante con oportunidad de llegar a  elegir diputados, senadores alcaldes o la presidencia de la República por los mecanismos que conocemos democráticamente desde la creación del pacto social; la fuerza organizada al servicio del derecho, que sigue siendo, legítimamente  el delegar mi derecho para que tú me represente.

Ese proceso implica conocer los diferentes tipos de compromisos sociales, financieros y culturales que se dan a lo interno y externo.

Desde esa perspectiva debemos entender también las distintas interacciones y mezcolanzas para armonizar intereses muy propios desde las mismas características del Estado que lo crea y fomenta hasta los de naturaleza individualista del ser humano.

Y es aquí cuando comienza a verse la realidad de la política en su sentido pragmático sin ninguna grieta de subjetividad para lograr ser presidente de la República en cualquier país.

Desde esta última estimación explicamos que para lograr ser presidente se requiere independientemente de la empatía o ángel del encanto -carisma- capacidad expositiva, crítica y analítica que se debe contar con cinco elementos fundamentales que determinan el que se logre ese objetivo.

Enunciare los cinco elementos que en estos países, permiten que una persona con ciertas cualidades sea presidente.

Y los mismos son: 1)- el poder imperial; llámese Estados Unidos y su cola la Unión Europea, (son los dueños del dinero con sus instituciones, FM, BM, BID, OCDE, y ong ‘s, etc., como mecanismo de presión)

Un recordatorio para el enfermo Danilo, hay una “pastilla” llamada Pompeo

2)- Lo que todos conocemos como Burguesía Financiera (aunque muchos cometen el error de llamar Oligarquía). Aquí debo citar que esto define lo que se conoce como poder fáctico: banca, mecanismos mediáticos, etc.

Aclaro que no deben cometer el error de creer que las redes sociales actúan solas. Tienen dueños que son los que modelan el mundo. Un ejemplo es el juicio a Donald Trump y la queja de Lopez Obrador.

Sirva esta mención como ejemplo: cuando Elon Musk se puso más mediático que el libreto acordado; hubo una reacción para sacarlo de Tesla, igual que Bill Gates y Zuckerberg son empleados de esos poderes financieros.

3)- El poder religioso y en este caso encabezado por la iglesia católica (poder fáctico) que tiene el dominio del adoctrinamiento en ese campo y que entra dentro de los instrumentos ideológicos del Estado con mayor cohesión mental que las universidades, escuelas, etc…..

4)- El poder militar (incluyendo todos los aparatos represivos y de inteligencia) que aunque da la sensación de estar fraccionado es una ilusión hacia afuera y son servidumbre del Departamento de Defensac(Pentágono) y del Departamento de Estado. Ellos los educan, entrenan y asignan sus tareas.

5)- Y por último el pueblo que entre “comillas” es quien transfiere de acuerdo al “pacto social” la “soberanía popular” mediante el voto.

Partiendo de estos enunciados nos debemos preguntar ¿Estos sectores están apoyando a Luis Abinader o a Leonel Fernández? Aquí no cabe Abel Martínez.

Lo que se lee, ve y se siente, aunque no hagamos la tarea de investigar es que todos casi homogéneamente apoyan a Luis.

Este apoyo tiene su origen en que los “empleadores -eufemismo- no tienen a los actores principales del gobierno compitiendo con ellos en el libre ejercicio de la producción y comercialización de producto terminado o bienes de consumo, de servicios ni creando bancas paralelas.

En el aspecto social en la lucha por las reivindicaciones todavía no ha existido la primera huelga nacional. Y en el caso de los médicos y maestros las veces que han ido a la mesa de negociación del pliego de beneficios salen con la mitad, esto provoca un clima de tranquilidad que permite al capital crecer y moverse como sangre.

Un aspecto importante a tomar en cuenta es que este gobierno empezó a recuperar su finanzas a partir de los dos últimos años debido a la pandemia y la guerra Rusia-Ucrania, en Europa del este. Y aún así ha mantenido la estabilidad macroeconómica y la calidad en el gasto.

De hecho, también los productores agrícolas pueden sembrar y cultivar cualquier rubro sin temor a la quiebra por una competencia comercial de funcionario público.

Otro indicador para que Luis Abinader esté recibiendo ese apoyo es su defensa radical a los bienes y finanzas del Estado, sin familiares haciendo negocios ni transportando en trailer tonelada de billetes para depositarlos en apartamentos privados.

Se siente el sosiego en el sector empresarial que ya no recibe llamadas intimidatorias de chantajes.

En la política internacional de Estado ha mantenido relaciones armónicas con los demás sujetos de Derecho Internacional Público, pero firme en la defensa de la Soberanía y en particular en el marco de las Relaciones Internacionales trabaja conforme al derecho diplomático en la procura de atraer inversiones extranjeras dentro del vínculo de la reciprocidad y el respeto.

En el sentido del ministerio público ha querido que la independencia de la justicia sea la tarjeta de visualización. Logrando con esto que al término de la gestión no se vea una caja fuerte llena de plátanos, Villas en Casa de Campo y yates de los o las magistradas.

Conocido estos detalles breves de todo lo que conlleva un análisis exhaustivo de la conquista del poder político mediante el sistema de elección democrático.

Concluimos certificando que la victoria del presidente Luis Abinader es predecible ante una derrota inminente de sus opositores.

Por Javier Fuentes
El autor es politólogo, especialidad en Administración Pública. Reside en el Bronx, Nueva York

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