Era la voz de Eudy Cruz Ruíz

Mi esposa escuchaba una canción en su celular y mi reacción fue inmediata: Sabía que algo prometedor surgía de la voz grave, joven, de aquél cantante. Era la voz de Eudy Cruz Ruíz.

Eudy, un prometedor joven cantante de 23 años, se perfila como otra de las estrellas que iluminan el noroeste de República Dominicana, teniendo como norte los ejemplos artísticos y humanos de Fernando Villalona y Sergio Vargas, no sin antes mencionar que su principal mentor y a quien debe respeto y consideración, fue Ricardo Rosario, su instructor musical en el municipio de Sabaneta, provincia Santiago Rodriguez.

Su historia personal y artística surge entre las dificultades económicas y sociales, como casi todos los artistas que han triunfado, que lo hacen sobre las cenizas. Quienes conocen su historia y trayectoria, podrán valorar su brillantez.

Nadie con un nivel normal de sensibilidad dejará de soltar una lágrima. O al menos, se le empañaría los ojos, igual como me ocurrió al editar éste párrafo, difícil, pero tratando de lograr encajar en éste artículo lo sentimental con lo artístico.

El artista es un jovencito que se ha empecinado en demostrar que la lejanía de su ciudad natal, enclavada en lo recóndito de nuestra Línea Noroeste, nada importa para calar en la historia musical de la República Dominicana, cuando existen escollos naturales y económicos y, sobretodo, una competencia desleal y aviesa en las redes sociales.

Cualquiera ya es artista. Y Eudy, como muchos otros emergentes del canto, está lidiando contra un avasallante estilo musical, que no es música, contra el empuje desmedido de cantantes que en realidad ni se asemejan a ser denominados cantantes.

Sin embargo, son los que llenan las salas y pululan en nuestros medios de comunicación y yo, como otros tantos, no digerimos las perversidades llamadas artísticas que nos presentan y que cotizan con frecuencia.

“Desde muy pequeño siempre me ha gustado la música”, dijo emocionado Eudy. “Usaba como micrófono la escoba de mi casa”. Así comienzan los cantantes, desde su temprana edad.

Dice, que entre los merengueros que le han brindado irrestricto y puntual apoyo, están, desde sus principios en el ambiente artístico, el ícono musical de la región, Fernando Villalona y, aunque dista más de 200 kilómetros, el “negrito de Villa”, Sergio Vargas.

Sin embargo, como a su mentor y maestro Ricardo Rosario, no deja de mencionar otras luminarias del arte dominicano y empresarios de su provincia, Santiago Rodriguez.

Recién, formó junto al venezolano Víctor Jiménez (el chamo), el grupo musical Reducido2, un dúo musical y vocal que se ha impregnado en el fervor artístico del municipio Sabaneta, de la provincia Santiago Rodriguez, al noroeste de Santo Domingo y a escasos 68 kilómetros (42 millas) de la ciudad de Santiago de los Caballeros y que busca ampliar su trayectoria a nivel nacional.

Entre las empresas que le contratan resalta la Cooperativa Sabaneta-Novillo (COOPSANO) y reconoce la colaboración de los medios de comunicación de Santiago Rodriguez, Santiago de los Caballeros y Santo Domingo.

Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta
El autor es periodista, crítico de cine, residente en Santiago de los Caballeros, República Dominicana.

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