En pocos días, la nación dominicana estará dirigida por un nuevo gobernante y un conjunto de funcionarios que le acompañarán en la difícil tarea de enderezar el entuerto generalizado que van a dejar los peledeistas salientes, encabezados por el aún primer mandatario, que por cierto, tal parece que en la formación de
todos sus planes continuistas nunca le pasó por su maquiavélico cerebro la situación de derrota, ya que, ahora, como todo tiburón herido, está tirando aletazos impopulares que acrecentarán la deteriorada imagen con que abandona el recinto presidencial de la doctor Delgado con México.
Los dominicanos estamos chocando con una sólida pared de la realidad, esa realidad diaria que nos golpea, que nos ha cambiado la existencia, que viene transformado la cotidianidad por covidianidad; situación está que será un gran desafío para las autoridades entrantes que tendrán que lidiar con una parte de la población que se ha sumido en el irrespeto y a la violación de las reglas establecidas para evitar el contagio del coronavirus.
Esas acciones, probablemente no espontáneas, y por sus características y propagación nos puede llevar a pensar que es un plan macabro de un gobierno derrotado en buena lid que en su frustración y rabia quiere sembrar la semilla del disgusto para que se produzcan protestas. Eso tiene un nombre, perversidad, escrita en letras negritas, mayúsculas y subrayadas. Pero será derrotado otra vez, en esta ocasión por la voluntad férrea de establecer el cambio como lo quiere la gente.
Expertos en presupuesto explican que el nuevo gobierno tendrá que accionar rápido para activar la economía y que frente a la necesidad de recursos “tendrá que eliminar gastos no prioritarios y buscar ahorros en todas las fuentes posibles, porque, además, hay que aumentar la inversión en determinados sectores”, sumado a eso, la caída de los ingresos fiscales como consecuencia de la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus, Covid-19, la cual ha obligado a limitar al mínimo la actividad económica.
Lo esperanzador es que se logren esos objetivos porque el presidente electo Luis Abinader se está haciendo acompañar de un equipo “de grandes ligas”, como diría una recién electa diputada del exterior, por lo que el tiempo dará la razón de la conveniencia de que llegara el cambio
Otro aspecto con que el nuevo gobernante deberá asumir una posición responsable, como le caracteriza, es lo relativo a la inobservancia de la ética en el periodo de transición, donde el sureño derrotado está tomando una serie de acciones que no se corresponden en un periodo de transición, como si quisiera dejar en el hueso la ya desnutrida vaca nacional y evitar que todo el pueblo saboree su leche.
Existen quienes en el ejercicio de sus oficios de bocina alegan que es un derecho constitucional que le corresponde, tienen razón, pero una cosa no quita la otra, Danilo Medina está actuando incorrectamente, y punto.
A todo esto, y de ñapa, se cruza en el camino un fenómenos atmosférico que aunque no presentaba características maliciosas hizo daños sustanciosos en su indeseado paso por Quisqueya, agregándole unas cuantas cuentas al rosario de los graves problemas que heredará el gobierno del cambio. Jesús Santísimo, ilumina los caminos del pueblo dominicano que todos no somos malos.
Otro aspecto con que se enfrentará Luis Abinader Corona y su gabinete presidencial, es el estado situacional de la moralidad dominicana que contaminó el ejercicio gubernamental peledeista, donde los resultados son funestos y nos arroja como balance una generación perdida que sólo piensa en patty, droga, alcohol, dembow, hookak y todas las acciones oscuras derivadas de ese mal uso del cuerpo humano.
No es para que me tilden de exagerado, eso fue lo que fomentó el PLD y sus gobiernos para mantener a un fragmento significativo de la población dominicana y de otras nacionalidades importadas para que enseñaran sus malos hábitos, no es menos de ahí, lo expreso de forma tajante y generalizando. Desde luego tenemos que colocarle a esas expresiones, de forma lateral, que toda regla tiene su excepción.
Fruto de lo indicado en el párrafo anterior, reiteramos que ha surgido un nuevo virus, el de la desobediencia civil, y eso mueve a sospecha. El irrespeto ciudadano de las leyes y dictámenes se está propagando de forma sistemática como si fuera todo parte de un plan maliciosamente orquestado para fuñirle la paciencia al gobierno que entra el próximo 16 de agosto y a eso deben salirle al frente todo aquel que realizó todo tipo de sacrificio para que llegara el cambio.
En resumen, y es un criterio que lo comparten miles de ciudadanos, Luis Rodolfo Abinader Corona, presidente constitucional a partir del 16 de agosto del famoso 2020, es valiente, guapo, arriesgado, decidido y sacrificado, y es así porque sólo una persona con su confort económico, familiar y espiritual se puede abocar a buscar la presidencia de una tres cuarta parte de isla con ciudadanos con una mescolanza raza y con toda esta madeja de problemas.
Mal hacen los que quieren amenazar con acciones beligerantes, anunciando protestas antes de comenzar el nuevo periodo gubernamental, como si Luis fuera poseedor de una varita mágica para cambiar de un soplido el disparate de país que estará recibiendo. A los perremeistas que defiendan su gobierno, que contribuyan al éxito del cambio y acepten como buenas y válidas las acciones que viene tomando su próximo presidente, que por cierto son certeras y tienen objetivos definidos en su razón de ser, realizar el cambio esperado.
El presidente electo sabe mucho y un chin más, por eso llegó ahí, sabrá reconocer los méritos de todo el que contribuyó a la llegada del Gobierno del Cambio, porque tiene los mecanismos para conocer quién es quién, combina la tecnología y su sagacidad natural, aportemos y apostemos al cambio exitoso, a los desesperados y enchinchadores les recomiendo una dosis de paciencia y a la población en sentido general que esperemos 100 días, no 150, para comenzar a evaluar los resultados, mientras tanto defendamos el gobierno que los desalojados vienen con poder económico y mucha mala fe.
Por Luis Aníbal Medrano S.
*El autor es político, municipalista, periodista y locutor, residente en el Bronx, Nueva York
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