El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos informó este sábado que alrededor de 2.000 personas provenientes de Haití fueron trasladadas a estaciones de procesamiento de inmigración para su posible expulsión.
La medida se produjo luego de que una avalancha de migrantes se resguardara en los últimos días debajo y cerca de un puente en la ciudad fronteriza Del Río, Texas. El presidente Joe Biden dejó claro que su frontera “no está abierta”.
Los migrantes haitianos, que buscan escapar de la pobreza, el hambre y un sentimiento de desesperanza en su país de origen se resisten a los planes de deportación de las autoridades estadounidenses.
Pero EEUU movió todas sus fichas y aceleró el proceso para expulsar a cientos de migrantes ante la creciente llegada de cientos de ellos que desde hace dos semanas y media se han refugiado bajo el Puente Internacional Del Río, Texas.
El Departamento de Seguridad Nacional (DSN) informó este sábado que trasladó a alrededor de 2.000 personas indocumentadas desde el improvisado campamento a estaciones de procesamiento de inmigración para su posible expulsión del país. Asimismo, señaló que cerca de 400 agentes más llegarán a la zona este lunes y enviará más en caso de ser necesario.
El DSN indicó que en respuesta a los más de 10.000 migrantes que se refugian en condiciones cada vez más precarias bajo el puente que conecta la ciudad de Texas con Ciudad Acuña, en México, acelerará los vuelos a Haití y a otros destinos en las próximas 72 horas.
Un funcionario del Gobierno federal, citado por AP, indicó que Estados Unidos probablemente sacaría a los migrantes del país en entre cinco y ocho vuelos por día, a partir de este domingo 18 de septiembre. Aunque aclaró que la capacidad operativa y la voluntad de Haití de aceptar los vuelos determinarían cuántos traslados diarios habría.
Sin embargo, otra fuente de la Administración que habló bajo condición de anonimato señaló que está previsto que no sean más de dos viajes aéreos al día y agregó que todos los procesados serán sometidos a pruebas de diagnóstico de Covid-19.
Las medidas marcan una rápida respuesta a la más reciente ola de caravanas migrantes, que ha puesto a prueba a la gestión del presidente Joe Biden. La mayoría son ciudadanos provenientes de Haití, pero también se han sumado personas de Venezuela y Cuba.
Las medidas en el marco de la pandemia acelerarían las expulsiones
El plan de Seguridad Nacional anunciado este fin de semana muestra un cambio hacia el uso de la autoridad relacionada con la pandemia para la deportación inmediata de las personas.
Una orden relacionada con la emergencia sanitaria que se introdujo en marzo de 2020 permite expulsar de inmediato a los migrantes sin darles la oportunidad de solicitar asilo. No obstante, los niños no acompañados y muchas familias han quedado exentas de la norma bajo algunas directrices dadas durante el Gobierno de Biden. Durante su primer mes en el cargo, el mandatario decidió eximir, por motivos humanitarios, a los niños que viajaban solos.
La repentina llegada de haitianos a Del Rio, una ciudad de Texas con cerca de 35.000 personas, representa un gran desafío para un tramo de frontera relativamente remoto que carece de capacidad para contener y procesar a un número tan grande de personas.
Al ser cuestionados sobre los actuales planes de deportación por parte de Estados Unidos varios migrantes dijeron que aún tenían la intención de permanecer en el campamento y buscar asilo. Algunos se refirieron al devastador terremoto que azotó a Haití en agosto y al asesinato del presidente Jovenel Moïse, por lo que aseguran que temen regresar a un país que parece estar más inestable que cuando partieron.
“En Haití no hay seguridad (…) El país está en una crisis política», afirmó Fabricio Jean, un haitiano de 38 años que llegó a la zona limítrofe con su esposa y sus dos hijas.
DSN: “Nuestras fronteras no están abiertas”
La Administración Biden enfrenta una dura prueba después de desmantelar políticas migratorias de su antecesor, Donald Trump, que calificó de “inhumanas” y “crueles”. En especial, arremetió contra una norma que exigía a los solicitantes de asilo permanecer en México, mientras esperaban las audiencias ante una corte de inmigración en Estados Unidos.
Pero los flujos migratorios aumentaron a niveles récord en los primeros meses de su Gobierno. Los republicanos acusaron al mandatario de ser responsable de la avalancha de caravanas por mostrar una postura a favor de la migración. Desde entonces Biden ha matizado su postura y ha ido endureciendo su discurso.
«Nuestras fronteras no están abiertas y la gente no debe hacer el peligroso viaje (…) Los individuos y las familias están sujetos a restricciones fronterizas, incluida la deportación. La migración irregular representa una amenaza significativa para la salud y el bienestar de las comunidades fronterizas y para la vida de los propios migrantes, y no debe intentarse», ratificó el Departamento de Seguridad Nacional (DNS) en su último comunicado.
La situación ha escalado en las últimas tres semanas cuando las llegadas de haitianos alcanzaron niveles insostenibles para la Patrulla Fronteriza de Del Río.
La agencia ha trasladado a los extranjeros sin papeles a otras instalaciones de la Patrulla Fronteriza en Texas, específicamente a El Paso, Laredo y Rio Grande Valley.
Pese a este panorama, los migrantes aseguran que intentarán solicitar asilo. Las familias generalmente no pueden ser retenidas más de 20 días por orden judicial.
Es posible que tengan que decidir si se quedan en el lugar a riesgo de ser enviados de regreso a una patria azotada por la pobreza y la inestabilidad política o regresar a México.
Con Reuters y AP