Los pueblos indígenas que en su gran mayoría sufren discriminación, marginación, abusos y atropellos y que en muchos casos han sido desplazados de La tierra en la que viven y de los recursos naturales de los que dependen, a lo que se debe agregar Que a menudo, suelen ser los últimos en recibir inversiones públicas en servicios básicos e infraestructura.
Estos pueblos tambien llamados originarios enfrentan múltiples obstáculos para participar plenamente en la economía formal, obtener acceso a la justicia y ser parte de los procesos políticos y la toma de decisiones, fruto de ese legado de desigualdad y exclusión que ha aumentado la vulnerabilidad de las comunidades indígenas frente a los impactos del cambio climático y los peligros naturales, que incluyen brotes de enfermedades como el COVID-19.
Las vulnerabilidades ante la pandemia se incrementan con la falta de acceso a sistemas nacionales de salud, agua y saneamiento toda esta situación ha conducido a que dichos pueblos sufran pobreza extrema, carencia de tierras, malnutrición, desplazamiento interno, niveles inferiores de alfabetización, menos acceso a los servicios de salud y las restricciones de movilidad que han afectado enormemente sus medios de subsistencia, seguridad alimentaria y bienestar.
Estos pueblos padecen las consecuencias de la injusticia histórica, desde la colonización, muchos Estados coloniales y modernos, en la búsqueda del crecimiento económico, les han negado ampliamente su derecho al desarrollo., y los han convertido en los grupos más empobrecidos de sus países.
En el mundo de hoy , hay aproximadamente 476 millones de indígenas distribuidos en más de 90 países, lo que constituye más del 6 % de la población mundial y alrededor del 15 % de las personas que viven en pobreza extrema en todo el planeta, esta grave situación se refleja con crudeza en las mujeres indígenas las que tienen que afrontar múltiples formas de discriminación debido a su cultura, clase y género y que la discriminación desemboque en abusos de las autoridades y de personas de otras comunidades.
Solamente en América Latina y el Caribe viven aproximadamente 45 millones de indígenas, que representan el 8% de la población, que hablan más de 500 lenguas indígenas y son los guardianes de algunos de los territorios más biodiversos del planeta. Para muchos de ellos, es central relacionar y proteger el vínculo entre el patrimonio cultural, su lengua, el conocimiento indígena del medio ambiente y el saber vivir en favorables condiciones.
En los últimos 20 años, se han producido movimientos para reconocer cada vez más los derechos de los pueblos indígenas con la adopción de instrumentos y mecanismos internacionales, como las 23 ratificaciones del Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales de 1991, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007, la Declaración Americana de los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2016, , la creación del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas y otros mecanismos internacionales.
Asimismo, varias sociedades han tratado de abordar este problema, con esfuerzos por la verdad y la reconciliación, reformas legislativas, así como reformas constitucionales. Lo que ha sido reforzado por representantes de más de 50 países y 500 participantes organizado por la UNESCO, reunidos en México entre ellos ministros de gobierno, líderes indígenas, investigadores, entidades públicas y privadas y otros expertos, que aprobaron la “Declaración de Los Pinos”, Bajo el lema “Nada sin nosotros”, la Declaración sitúa a los pueblos indígenas en el centro de sus recomendaciones.
Como consecuencia de la preocupación de los organismos internacionales sobre la discriminación y atropellos contra los pueblos indígenas, las Naciones Unidas han declarado a partir del 9 de Agosto de 1995, como Día Internacional de los Pueblos Indígenas, como forma de conmemorar con esas comunidades sus conocimientos, de los cuales son elementos vitales de su identidad, las lenguas indígenas y el conocimiento de estos pueblos sobre el desarrollo sostenible y el buen vivir.
En este año 2021 se ha hablado de un nuevo contrato social en donde las formas de vida y de gobernanza de los pueblos indígenas sean respetadas a través de un sistema participativo e inclusivo que cuente con el consentimiento libre de estas poblaciones, este nuevo contrato social debe basarse en una auténtica participación y asociación que fomente la igualdad de oportunidades y respete los derechos, la dignidad y las libertades de todos, ello pasa por el derecho de los pueblos indígenas a participar en la adopción de decisiones, un componente clave para lograr la reconciliación entre los indígenas y los Estados.
A pesar de la existencia de instrumentos internacionales para responder a estas desigualdades, no todo a marchado bien y se hace necesario garantizar que nadie quede rezagado, por tanto, es necesaria la construcción de un nuevo contrato social como expresión de cooperación por el interés social y el bien común de la humanidad y la naturaleza, que proteja el derecho de los pueblos indígenas
Los derechos de los pueblos indígenas deben ser protegidos para amplificar sus voces y aumentar la inclusión y la participación de esos pueblos en la toma de decisiones, aumentar sus beneficios sociales y económicos, su inclusión en las actividades políticas y económicas, una auténtica participación y asociación que fomente la igualdad de oportunidades y respete los derechos, la dignidad y las libertades de todos.
Por Luis Fernández