El joven izquierdista Gabriel Boric, abanderado del Frente Amplio y el Partido Comunista, ganó este domingo las elecciones presidenciales de Chile al obtener el 55,85% de los votos con el 99,76% de las mesas escrutadas.
Con los resultados de esta tarde, el abanderado de Apruebo Dignidad batió varios récords históricos de Chile. En primer lugar, se convirtió en el presidente electo más votado en la historia reciente, con el respaldo de 4.610.345 personas (total con el 99,76% de las mesas escrutadas).
Además, el diputado de Convergencia Social es el segundo en superar el umbral de los 4 millones de apoyos, después de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que era hasta hoy el mandatario que había logrado mayor respaldo. En 1993, Frei Ruiz-Tagle llegó a La Moneda con 4.040.497 votos.
Boric, que asumirá el 11 de marzo de 2022, días después de festejar sus 36 años, se convertirá en el presidente más joven de toda la historia de Chile y uno de los jefes de gobierno más jóvenes del mundo.
Cuando a Gabriel Boric le pidieron ser candidato presidencial, se negó. “No está dentro de mis intereses. Falta muchísima experiencia, muchísimo por aprender, de conocimiento del Estado”, le dijo a sus compañeros del Frente Amplio que le habían propuesto ser la carta del sector para enfrentar a Daniel Jadue, del Partido Comunista, en la elección interna de la coalición Apruebo Dignidad.
Forzado por la falta de figuras relevantes en su partido, aceptó. Y en julio de 2021, arrasó en las primarias: Boric sacó el 60%, más de un millón de votos, ante el mejor candidato que había tenido el comunismo en sus 110 años de historia.
Boric nació en 1986 en Punta Arenas, región de Magallanes, en el extremo más al sur del país, en una familia de clase media acomodada. Hijo de un empleado petrolero de militancia demócrata cristiana, se inició en la política en el colegio.
“Es una persona que surge como líder estudiantil desde muy joven, cuando vivía Punta Arenas”, explica Claudia Heiss, jefa de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile. “Luego estudió Derecho en la Universidad de Chile [en Santiago] y en 2009 logró expulsar al decano, que tenía acusaciones de plagio y discrecionalidad. Eso no tenía antecedentes”, explica.
En 2011, Boric se puso al frente, junto a otros dirigentes estudiantiles, de las protestas callejeras por mejoras en la educación pública. Su figura se agrandó.
En 2014, Boric juró como diputado, junto a otros líderes surgidos de las revueltas de 2011, como la comunista Camila Vallejo. Todos recuerdan aquel acto solemne, al que Boric decidió acudir sin corbata y una chaqueta informal.
Los políticos de toda la vida dispararon críticas contra él. Boric decía entonces que “el Parlamento chileno no representa la diversidad social, sino a una élite de Santiago, machista y, evidentemente, de clase alta”.
En esos tiempos seguía de cerca el derrotero de Podemos en España y leía Construir pueblo de Íñigo Errejón y Chantal Mouffe. “Su referente es Errejón, no es Pablo Iglesias. No viene de familia comunista, de izquierda libertaria; viene de una clase media alta y nunca le hizo asco a un entendimiento con la socialdemocracia”, explica Tironi.
En 2017, junto a su amigo y también dirigente Giorgio Jackson, logró 20 diputados en el Congreso. En octubre de 2019 salió otra vez a la calle, para participar de las revueltas sociales que hicieron tambalear al Gobierno de Sebastián Piñera. Y entonces se produjo el quiebre, el gran salto a la política.
Boric mantuvo en el Congreso una conversación con el senador de derecha Juan Antonio Coloma y acordó como salida a la crisis cambiar la Constitución de Augusto Pinochet, vigente desde 1980. Su decisión, personal, arrastró al Frente Amplio a firmar el 15 de noviembre un acuerdo con todas las fuerzas políticas para convocar a la elección de una Asamblea Constituyente.
“Eso lo catapultó como candidato presidencial”, explica Heiss. “Dijo que había que buscar una salida negociada y firmó con la UDI (el partido tradicional más a la derecha del espectro político chileno). Boric es razonable, dialogante, y ha aprendido de la complejidad de la política. Boric hablaba muy mal de los partidos y eso lo ha cambiado. Ha mostrado capacidad de hacer cosas que no le gustan a sus bases, como el acuerdo de 15 de noviembre”, resume Heiss.
De hecho, la firma lo distanció del Partido Comunista, que no apoyó el pacto. Y muchos de los estudiantes que lo seguían en ese momento lo consideraron un “traidor”. A fines de 2019, con las calles aun ardiendo, unos jóvenes lo increparon y agredieron en el centro de Santiago: “Vendiste al pueblo”, le gritaron, mientras le arrojaban cerveza a la cara. Boric se alejó entonces de la primera línea del Frente Amplio, a la que regresaría más tarde para ser candidato presidencial.
Apareció entonces el Boric más pragmático. Para la campaña por la segunda vuelta se acercó a los líderes de aquella Concertación que tanto había denostado, en un esfuerzo para ganar los votos del centro, que resultaron clave en su triunfo ante el derechista José Antonio Kast.
Boric se puso un saco y una camisa y se reunió con el expresidente Ricardo Lagos, sumó el apoyo de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista y recibió un espaldarazo público de la expresidenta Michelle Bachelet. Sus votantes pasaron a ser “chilenos y chilenas”, ya no “compañeros y compañeras”. Este domingo, se convirtió en presidente de Chile.
Con información de periódico El País