Cambiar es una palabra de fácil escritura, pero de difícil ejecución, especialmente cuando tenemos una cantidad de años, los cuales muchas veces ni nosotros mismos, como en mi caso, creemos tener.
En cualquier edad es posible hacer o dejar de hacer cosas, siempre y cuando la acción ejecutada nos permita una mejor vida espiritual.
En esta etapa de mi vida, luché durante mucho tiempo, hasta con cierta desesperación, por hacer un curso de Programación Neurolingüística. Obvio que no deseaba embarcarme en proyectos de larga duración.
Luego de muchas diligencias, por fin vino el proyecto a mi vida, y lo estoy aprovechando, no se imaginan de qué manera.
Estoy asimilando de una forma increíble, el entendimiento de lo importante que es el yo, especialmente cuando estamos esperando que otro cambie, pero quienes tenemos que cambiar somos nosotros.
Estoy en proceso de entender las razones por las cuales, aparentemente, estoy atrapada frente a algunas posiciones que me hacen estar repitiendo lo mismo, como un perico, pero sin tomar una acción definitiva para salir de una situación determinada.
La razón se debe a que en PNL, “La mente no puede mantener indefinidamente dos ideas contrapuestas o contradictorias sin generar un conflicto”.
Esta situación crea tensión y efectos sobre el sistema nervioso.
Un ejemplo de esto es cuando repetimos: “mi hijo me hace sufrir mucho porque es muy prepotente conmigo”, pero a renglón seguida afirmamos: «Él es muy bueno, a pesar de todo…»
Como el cerebro es el jefe, estos conceptos para él resultan ambivalentes, ya que los mismos son antagónicos.
A raíz de los aprendizajes obtenidos, entendí que, de muchas situaciones que enfrento en mi diario vivir, la única responsable soy yo, y quien efectivamente tiene que cambiar, para obtener los resultados deseados, soy yo. Por tales razones, las personas involucradas en este proceso, se van a sorprender de la forma en que me comportaré ante determinadas situaciones.
También aprendí en un libro que recién leí: “Solo se obtienen cosas nuevas cuando se hacen cosas nuevas”. Nunca es tarde para cambiar.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica