La frontera entre Myanmar y Bangladesh
La República Popular de Bangladesh con una población de 151,125,000 habitantes, es un país ubicado en el continente asiático y en el subcontinente indio. Su territorio se encuentra rodeado casi por completo por la India, a excepción de una pequeña franja al sureste donde limita con la antigua Birmania hoy Myanmar, Bangladesh obtuvo su independencia de Pakistán en 1971.
Birmania hoy República de la Unión de Myanmar es un Estado soberano del Sudeste Asiático que tiene una superficie de 676, 578 km² y una población de alrededor de 60 millones de habitantes, se independizo del reino Unido en 1948, el nombre de Birmania fue impuesto por los colonialistas ingleses, el cual paso a llamarse Unión de Myanmar en 1989 por decisión de la junta militar que gobernaba en ese entonces, para distanciarse de su pasado colonial.
Estos 2 países tienen una frontera de 270 kilómetros, que se extiende desde el norte de la India, hasta la bahía de Bengala en el sur, Aproximadamente 210 km de la frontera están cercados, y el gobierno de Myanmar anunció en el 2017 que planeaba cercar el resto de la frontera, la zona fronteriza ha sido a menudo inestable debido a conflictos armados, como el producido en el sur de Bangladesh por la cuestión de la autonomía, la tierra y los derechos de los pueblos indígenas que duro 20 años (1977-1997), que termino con la firma de un acuerdo de paz.
Además, el conflicto con el grupo indígena de religión musulmana de los Rohingya, cuya población de alrededor de un millón de personas, se concentra en más de un 80 por ciento, en el estado de Rakhine en Myanmar esta situación ha estado en curso durante décadas, pero ha alcanzado una intensidad particular desde 2016, Los rohingyas que viven en Myanmar han denunciado sentirse discriminados por las autoridades de este país asiático, de mayoría budista.
Los rohingya han sufrido décadas de persecuciones en Myanmar, como la de 1989 desatada por la junta militar de ese país, donde fueron sometidos a trabajos forzados, reubicación forzada, violaciones, ejecuciones sumarias y tortura., además no son considerados ciudadanos, porque no tienen reconocimiento como grupo étnico y el Estado les prohíbe casarse o viajar sin permiso de las autoridades y no tienen derecho a poseer tierra ni propiedades, en esos duros años unos 250.000 rohingya huyeron a Bangladesh.
Desde 2017 en Myanmar según la ONU, las autoridades budistas de ese país decidieron iniciar una limpieza étnica, que obligó al colectivo musulmán a refugiarse en Bangladesh. Hasta su éxodo, no tenían ciudadanía y eran considerados la minoría étnica y religiosa más perseguida del planeta. Myanmar, país que en ese entonces era conocido como Birmania, lanzo la Operación Rey Dragón (Naga Min) en el estado de Rakhine.
Esta operación dio inicio a un masivo de desplazamiento forzado, que llevo a esta población a ser víctimas de arrestos masivos, persecuciones, actos violentos, horribles torturas, negligencias y represión, lo que según datos de la ONU el cruel genocidio dejo más de 25,000 muertos y a que unos 200.000 Rohingya cruzaran la frontera hacia Bangladesh. El país vecino abrió campos de refugiados, en los que se brinda asistencia médica y alimentaria, los cuales sufren de diferentes dificultades que afectan la asistencia a los refugiados.
Cerca de un millón de personas rohingya, de las cuales más de la mitad son niños y niñas que han huido del estado de Rakhine en Myanmar atravesando la frontera hacia los distritos del suroeste de Bangladesh huyendo de la violencia en Myanmar. Sin embargo, el 70% de ellas carece de refugio adecuado y el 50% de acceso a agua apta para el consumo. Se trata de una grave crisis humanitaria, que afecta a la mayoría de una población vulnerable de mujeres, niños y niñas.
La situación de los refugiados en los campos de Bangladés empeora cada año, y está provocando un gran daño en su salud mental. Human Rights Watch denuncia que el último abuso sobre ellos es que están siendo coaccionados para que acepten ser trasladados a una isla remota del país asiático, Bangladesh acoge aproximadamente a más de 930.000 refugiados, 720.000 de ellos llegados desde el 25 de agosto de 2017, según Médicos sin Fronteras.
Si bien la escala y la velocidad de este movimiento de población no tenían precedentes, no es la primera vez que los rohingya habían sido expulsados de Myanmar. Médicos Sin Fronteras (MSF) ha brindado asistencia médica a esta población en Myanmar y Bangladesh durante décadas, a través de servicios médicos en nueve de los 20 campos de refugiados establecidos para los Rohingya en el suroeste de Bangladesh, para hacer frente a las dificultades a que se enfrentan estos migrantes forzados por los sucesivos ciclos de violencia, persecución y abusos a que han sido sometidos.
El principal campo de refugiados en Bangladesh el Kutupalong del que se dice que es el asentamiento de refugiados más grande del mundo, acoge a 600 ,000 personas, demasiadas para un espacio tan pequeño. Más de la mitad son mujeres y niñas, y el 60% menores de 18 años. Muchas de las personas refugiadas llegan con tan solo lo puesto, habiendo sufrido heridas y profundamente traumatizadas por las experiencias vividas. Necesitan comida, agua potable y un lugar seguro en el que refugiarse, pero sobre todo necesitan protección, muchas personas viven en tiendas de campaña provisionales en campos saturados y bajo la amenaza de inundaciones y corrimientos de tierra.
Años después del éxodo masivo hacia Bangladesh buscando seguridad justo al otro lado de la frontera, la población Rohingya de minoría musulmana del estado budista de Myanmar, que no los reconoce como ciudadanos , su futuro parece ser más incierto que nunca., esta crisis migratoria se ha agravado desde que los militares de Myanmar tomaron el poder en febrero de 2021, generando una ola de violencia e incertidumbre que solamente en el mes de Abril provocó el desplazamiento de más de 65,000 personas.
Un informe publicado a mediados de marzo por la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos indicó que más de 1600 personas han sido asesinadas por la junta, pero esa cifra no incluye otros miles de muertes vinculadas al conflicto armado y la violencia que se ha intensificado en todo el país. De los 1600 muertos, al menos cien eran niños, además por todos estos hechos la junta militar ha sido acusada de genocidio, por los Estados Unidos cuyo secretario de Estado Antony Blinken anuncio que, “miembros del ejército birmano cometieron genocidio y crímenes de lesa humanidad contra los rohingyá en 2016 y 2017″.
En los últimos meses esta crisis migratoria y de refugiados ha ido creciendo y es necesario tomar medidas para proteger a este grupo étnico, abusado , perseguido y altamente vulnerable, las agencias humanitarias de la ONU y sus socios a pesar de las dificultades deben aumentar la ayuda en las zonas de conflicto con el objetivo de ayudar a las personas desplazadas y a las comunidades de acogida que dependen del apoyo humanitario y solidario para poder sobrevivir, tanto en su lugar de origen como en el lugar de acogida.
Hay que hacer los esfuerzos necesarios para que no solo la ayuda humanitaria llegue a los cientos de miles de desplazados rohingyas por esta frontera de Myanmar y Bangladesh, sino que les sean respetados sus derechos humanos, que no sean discriminados, estigmatizados como portadores de enfermedades o delincuentes, ni le sean negados sus derechos básicos y el acceso adecuado a servicios, incluida la atención médica.
La mayoría de los rohingya consideran que su hogar está en Myanmar, pero tanto los sucesivos gobiernos del país como las comunidades que viven en el estado de Rakhine les han negado el derecho a regresar a casa, hay que insistir en encontrar una solución a esta difícil situación y que puedan regresar a casa en condiciones de seguridad y dignidad o buscar la protección adecuada en otro lugar, para que este discriminado grupo étnico pueda vivir en un territorio seguro que les permita vivir con dignidad, salud , educación y garantía de respeto a sus derechos.
Por Luis Fernández
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