En el 2017 las tensiones macroeconómicas llegaron a un nivel extremo debido al déficit fiscal de China, pues en este año fue de cerca del 4% que produjo una situación de emergencia, una sensación del aumento en su deuda con la constante salida de capital y la consecuente depreciación del yuan, aun pese al reforzamiento de los controles de capitales.
En el tablero económico y geopolítico mundial del 2017 fue un período de crecientes hostilidades entre los Estados Unidos de Norteamérica y la República Popular China. A éste se suman algunos de los focos de inestabilidad ya observados en 2016, tales como la fortaleza de los partidos anti-establishment en la Unión Europea, la inestabilidad derivada de la transformación del modelo económico chino, el impacto de los bajos precios de las materias primas en los países exportadores y el conflicto bélico en Siria e Irak.
Tales riesgos fueron evidentes con el declive de Estados Unidos como garante del orden liberal mundial, la ralentización de la globalización y los problemas para mantener altas tasas de crecimiento tanto en los países avanzados como en los emergentes, elementos que tuvieron un impacto altamente negativo en las economías mundiales. Desde 2017 cada año aumentó el número de insolvencias en el mercado mundial.
El año 2018 los analistas estadounidenses lo catalogaron como “el peor año desde 2008”, cuando cayó Lehman Brothers. Su principal índice bursátil de los Estados Unidos el Standard & Poor’s (S&P500), perdió más de un 12% y el Nasdaq tecnológico, un 10,2%.
En Europa la situación fue muy similar: el Ibex 35 español acumuló una caída superior al 15% y el Dax alemán se dejó más de un 17%, a pesar de representar a la locomotora de la economía europea. La guerra comercial, principal foco de tensión.
La guerra comercial entre China y Estados Unidos golpeó los operadores bursátiles a nivel mundial, quienes son los primeros testigos en conocer que el 2018 finalizó en una crisis financiera, con una pérdida estimada en casi 7 mil millones de dólares en las acciones de las bolsas mundiales, y quienes recibieron el golpe más contundente de parte del dólar estadounidense fueron los mercados emergentes, incluso el oro y los bonos de Estados Unidos que los hicieron perder dinero.
En el 2018 los principales bancos centrales del mundo cerraron el circuito de préstamos cuya consecuencia inmediata fue el congelamiento de la economía global que se tradujo en un pérdida del 10% del índice de acciones del mundo e que involucró a 47 países de MSCI (Morgan Stanley Capital International) el mayor ponderador de fondos de capital de inversión, quien analizó los índices de los mercados mundiales no estadounidenses y distintos países tuvieron complicaciones, las principales acciones chinas cayeron un 25 % situándose en el territorio «bajista».
Las exportaciones alemanas perdieron un 16 por ciento, mientras, Turquía y Argentina lideraron en pérdidas dentro del rubro mercados emergentes, con descensos del 45 y 50 % respectivamente. Se debe agregar la caída «salvaje» del 35 % en el precio del petróleo desde septiembre, por otra parte, se incrementaron los costos de los préstamos en Italia, Grecia y Francia, lo que significó que la creciente preocupación por la zona euro se mantuvo intacta.
Además, se suma la fuerte caída de las criptomonedas a gran escala y algunos especialistas lo consideraron un verdadero colapso con consecuencias económicas desastrosas.
Parte de los golpes financieros de 2018 se debieron al rápido aumento de las tasas de interés de Estados Unidos, esto se reflejó en diferentes latitudes del mundo: euro, libra, dólar canadiense, dólar australiano y corona sueca perdieron entre el 5 y el 10% de su valor, aunque el yen salió ileso.
Las monedas de los países considerados mercados emergentes no lograron salir ilesos de la crisis financiera global de este año: peso argentino y lira turca perdieron el 50 y 30 % de su valor respectivamente; la rupia hindú, el rand sudafricano, el real brasileño y el rublo ruso cayeron entre el 10 y el 15 %; mientras el yuan chino permaneció en rojo por cuarto año consecutivo.
En el 2018 el valor de las acciones en los mercados emergentes perdió casi el 17% y en Estados Unidos el índice de bonos en moneda local, según JP Morgan, perdió casi el 8 por ciento. Fue un año malo, incluso muy malo para los inversores financieros.
Las principales bolsas del mundo se desplomaron, los fondos de inversión vivieron el período más aciago desde el estallido de la crisis, la renta fija, las materias primas y las criptomonedas cerraron con fuertes pérdidas en un año para olvidar.
Tan solo el dólar y a duras penas el oro, se mantuvieron en positivo reforzando su identidad de activos refugio. Hubo un desplome generalizado de los mercados y un incremento de la volatilidad (índice VIX) que destrozó las estrategias de inversión de muchos que apostaron a la baja por ese índice y contagió al resto de activos al marcar un máximo anual de algo más de 41 puntos, ahora más moderados en 36,1.
Los bajos tipos de interés por un lado y los principales bancos centrales queriendo subirlos en un futuro no muy lejano fue otro de los miedos que aterrorizaron la inversión de los últimos meses de 2018.
Muy alimentados también por tensiones políticas tan fuertes como el Brexit y la llegada al poder en Italia de fuerzas políticas claramente partidarias de romper la moneda única europea. En los mercados emergentes la situación no fue mejor.
México sembró el pánico primero por las consecuencias de la guerra comercial con EE.UU. y luego por la amenaza que se cierne sobre la banca tras la intención de su gobierno de intervenir en las comisiones que cobra el sector.
La inestabilidad política en Brasil y financiera en Turquía y Argentina también fueron un fuerte lastre para los beneficios y la cotización, especialmente del sector bancario español con fuerte exposición a esos países.
Con respecto al 2019, el reporte de Naciones Unidas dice que el 2019 terminó registrando la menor expansión económica a nivel global desde la crisis financiera mundial de 2008-2009 y el crecimiento apuntó a la baja en prácticamente todas las economías principales y desacelerándose en todas las zonas geográficas, registrando un crecimiento mundial de el más bajo de la década, como resultado de las prolongadas disputas comerciales y una desaceleración en la inversión doméstica.
Los conflictos comerciales produjeron una crisis financiera, una escalada en las tensiones geopolíticas, lo cual impidió la recuperación económica, la reducción del crecimiento a tan sólo 1,8%, situaciones que amenazaron el avance del progreso en torno a la erradicación de la pobreza, en incrementar los niveles de vida y en la creación de un número suficiente de empleos decentes.
En los Estados Unidos la mayor economía del mundo, el crecimiento del PIB cayó de 2,9% en 2018 a 2,2% en 2019, con una continua incertidumbre política, la baja confianza empresarial y el lento crecimiento de empleos. Ya en diciembre de este año la alarma mundial de la epidemia del Covid-19 cobró fuerzas y la misma fue declarada Pandemia al mes siguiente.
Como acabamos de ver, durante los dos períodos que gobernó el PLD a la cabeza de Danilo Medina Sánchez, incluyendo la peor crisis mundial por la Pandemia del Covid-19, Sars-2, supo manejar magistralmente los embates externos o endógenos que produjeron las crisis mundiales, las que nada afectaron, por ese manejo del Estado, de forma significativa la calidad de vida de los dominicanos y dominicanas, enfocándose en tomar medidas que iban en favor de las grandes mayorías, rescatando el campo, creando cooperativas con asesorías, apoyos financieros blandos, mercados y con la entrega de equipos y títulos de propiedad.
Asimismo, garantizando la seguridad alimentaria, manteniendo inflación controlada, creando más empleos e infraestructuras de ingeniería y jurídicas, creando programas de protección social que llegaban a la gran mayoría, preocupándose por la alimentación del pueblo desde los niños hasta los adultos y con énfasis mayor en los vulnerables. A pesar de las crisis República Dominicana tuvo un crecimiento económico sostenido y se posesionó como líder en AL y el Caribe en ese aspecto.
Por Jorge A. Abreu Eusebio