Un trozo de patria naufragado y a la deriva. Un aporte cultural infravalorado e ignorado.
Cuando se habla de los dominicanos residentes en el extranjero, suele hacerse empleando cifras numéricas. Por ejemplo; según los datos del Banco Central de la República Dominicana (BCRD), entre enero y noviembre de 2021 las remesas recibidas en el país alcanzaron los 9,461,7 millones.
Sólo en el mes de noviembre de ese año 786,6 millones. Nadie pone en duda la importancia de estas remesas enviadas a familias en República Dominicana, que a su vez conforman el entramado socio-económico que recae en beneficio de toda la comunidad.
Pero cuando se habla de los dominicanos que residen en el extranjero, la cultura que estos aportan o desean aportar, no tiene cifras. La diáspora dominicana es un fragmento cultural de patria que va a la deriva, tras el naufragio institucional que nunca se ha preocupado o se ha preocupado muy poco por mantenerla a flote. Salvo cuando ve que peligra el envío de remesas.
En este triste periplo se va perdiendo todo el aporte cultural que estos dominicanos que viven fuera de su país quieren dejar como legado. El dinero se acaba, pero la cultura sobrevive al paso del tiempo. Y es esa cultura, es esa la riqueza que muchos de los que vivimos fuera, queremos que llegue a nuestro país. Una cultura que refleje la existencia útil de un pueblo. «Los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan», escribió Confucio.
Y es de la aportación a nuestra cultura por parte de la diáspora lo que centra esta carta. El talento cultural de la diáspora dominicana en España es, en una palabra, superlativo. Especialmente en la literatura.
Ensayistas, poetas, dramaturgos, relatistas o cuentistas; muchos de estos escritores con varios libros publicados y que son una leve sombra en República Dominicana. Otros muchos no pueden publicar uno de sus muchos libros escritos, porque hacerlo supondría un gasto excesivo y las remesas para muchos de ellos es una prioridad insustituible.
Porque publicar un libro en España puede suponer el salario de uno o dos meses, mientras hay que hacer frente a los gastos habituales: alquiler o hipoteca, manutención, gastos básicos que garanticen una vida digna fuera de tu tierra y el fiel e incombustible envío de remesas.
Los dominicanos que intentamos hacer prevalecer nuestra cultura y aportar más a través de nuestros propios medios, nos sentimos ciertamente desamparados, olvidados. Puede parecer que publicar un libro carezca de relevancia, pero es el punto de partida que utilizamos muchos de nosotros para equilibrar la balanza.
Somos un país rico en cultura, un país con grandes artistas, grandes poetas, grandes escritores. Los dominicanos de la diáspora quieren formar parte de eso, sin que se vea afectado de manera significativa su permanente compromiso económico con su gente, con su tierra.
Por ello hago un llamamiento público a los responsables de mantener e incentivar la cultura. El ser humano aprende por imitación, hagamos que la juventud dominicana en el extranjero se fije en los creadores de cultura y que ellos, el día de mañana, puedan seguir haciéndolo.
Mañana se sumarán más, pero para conseguirlo necesitamos un plan de acción y el compromiso constante para llevarlo a cabo. Un compromiso que sea tan constante, fiel e incombustible como las remesas.
Plan de acción.
Como solución, he diseñado un proyecto que llegaría a todos y cada uno de los escritores dominicanos en el exterior y así puedan ver publicada su obra, sin que esto afecte a su economía.
Pido hablar sobre mi proyecto con los organismos estatales, con las empresas privadas comprometidas con la cultura. Es el momento de hacer algo y debemos hacerlo, por nosotros y por nuestros descendientes.
Despido estas líneas con una frase de Hooding Carter que debemos tener siempre presente: «Dos legados duraderos que dejamos a nuestros hijos, raíces y alas».
Por Roberto García (robertogarciacabrera@gmail.com)
*El autor es escritor, dominicano residente en España desde hace más de 30 años.