Todas las personas que me conocen, saben lo intensa que puedo ser en algunas ocasiones, tanto, que, a veces, yo misma tiendo a ponerme un freno.
Quizás por esta razón, ayer mientras reanudaba mi caminata matutina, luego de varios días, recuperándome de una fuerte gripe, en el trayecto de la misma, me recordé que, durante este mes, en nuestro hogar se coloca la bandera, pero esta vez, y lo digo con tristeza, lo olvidamos…
Regresé ansiosa y haciendo ejercicio mental, rogando a Dios, me ayudara a recordar dónde la tenía guardada, algo que juro, no volverá a suceder.
Luego de encontrarla y colocarla, sentí una emoción, muy difícil de explicar, pienso que todos los dominicanos, por humilde que sean, deben tener en su casa nuestra bandera, o en su defecto, pudieran colocar en frentes, pedazos de tela con los colores rojo, azul y blanco., inclusive algunos políticos que hacen tanta ostentación de patriotismo, deberían regalarlas, pero estando seguros que todo el que tiene una, sabe qué significa para los dominicanos.
Ya entrada la noche, sentí una algarabía de gente, pitos y tamboras, me tiré de la cama y salí a ver. Eran unos jóvenes con unos hermosos disfraces, bailando con mucha vulgaridad, y la gran mayoría usando hooka.
Al regresar a la cama, le pregunté a mi marido, si el creía que si a cualquiera de estos jóvenes, se les preguntara que se celebra el día 27 de febrero, sabrían responder, su respuesta fue: ¿Y cómo?
Esta fecha parecería que solo significa, por lo menos en los barrios, baile, ron, hooka y droga. Lastimosamente, mis oídos oyen, inclusive a profesionales, diciendo diablo cajuelo, por diablo cojuelo.
Acerca del diablo cojuelo, “Se dice que era un demonio travieso y juguetón que colmó la paciencia del mismo diablo, este lo arrojó a la tierra, se lastimó una pierna al caer y quedó cojo o “cojuelo“. Así, se introdujo el bullicio y el baile, convirtiendo el carnaval en una festividad alegre. En estas fiestas atemorizan a todos azotando a las personas con sus vejigas y látigos (esto duele así que ¡húyeles!” Fuente https://www.uber.com/
Lo que más me preocupa, es una frase aprendida hace mucho tiempo, no sé quién la dijo, pero afirma que quien no conoce su historia, tiende a repetirla. ¿Estamos los dominicanos repitiéndola?
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica