La izquierda dominicana ha evolucionado ¿o involucionado? de manos con una pequeña burguesía que durante mucho tiempo quiso desempeñar el rol de una clase obrera en sí, en término económico, pero no para sí en lo político, un tipo de relación durante la cual ese sector social inoculó sus vicios a los trabajadores.
La expedición de 1959, de hace 64 años, estuvo integrada en su mayoría por jóvenes de clase media, que albergaron el fin de derrocar a la tiranía de Trujillo, embriagados con el ideal de instaurar aquí un régimen sustentado en libertad y justicia social.
Tras el derrocamiento del gobierno de Juan Bosch, en 1963, emergió otra camada revolucionaria, con liderazgo proveniente de la alta pequeña burguesía, que empuñó el mismo proyecto de liberar al pueblo de toda forma de tiranía política, social o economía.
La Revolución de Abril fue una empresa de la clase media, aunque hubo mucha influencia de partidos de izquierda, la mayoría dirigidos por pequeños burgueses y de obreros con conciencia política y social.
El liderazgo de la izquierda forjada después del derrocamiento de Bosch, proviene de la misma cepa de los expedicionarios de la Raza Inmortal, caracterizada por su ética y vocación al martirologio en procura del ideal de libertad y justicia.
El cuadro descrito parece contradecir el axioma marxista según el cual de las condiciones materiales de existencia se deriva la estructura jurídico-política, lo que quiere decir que no sería posible que en un entorno atrasado como el de los años 60s produjera un movimiento avanzado como el que representaron esos jóvenes.
El Producto Interno Bruto (PIB) no sobrepasaba en 1965 los US$5,000 millones, comparado con US$114,000 de 2023, lo que parece contrariar ese aforismo marxista, porque tan desbordante crecimiento económico no refleja el surgimiento de una clase obrera para sí, ni de una burguesía gobernante, y tampoco de un liderazgo político de mayor conciencia clasista o moral.
Desde la Revolución de Abril, la burguesía experimenta gran crecimiento con creación de parques industriales y fortaleza de grupos empresariales, en una economía que ha pasado desde el modelo agropecuario a los servicios, pero la oligarquía no ha disminuido su poder de control sobre el Estado, gobierno y el tejido social.
A pesar de eso, la oligarquía aún sigue a la zaga de un añejo frente que marca el camino en los ámbitos económico y político a través de su control de los poderes públicos.
La izquierda sigue en manos de un liderazgo proveniente de una pequeña burguesía enferma de vicios como individualismo, sectarismo y oportunismo, con los que ha contagiado a la clase obrera.
Lo peor de esa izquierda se expresa en el afán de muchos de sus líderes de actuar como si fueran burgueses, pero no en el trabajo productivo, sino en las bondades materiales que ofrece esa innovadora clase social.