Los más importantes organismos crediticios internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y también los economistas de más renombrada autoridad, vaticinan que los países más desarrollados del planeta, sufrirán grandes contracciones económicas y una baja considerable en el producto Interno Bruto (PIB).
Alegan que ese colapso se producirá a partir de los próximos meses por venir, como consecuencia de los efectos de la pandemia COVID-19 y el confinamiento, razón
suficiente para los gobiernos de los países subdesarrollados como el nuestro, tomen las medidas de protección a favor del sector productivo nacional.
Esas mismas instituciones financieras de carácter global habían previsto antes del coronavirus que las actividades productivas y comerciales de la economía mundial, crecerían a una tasa de un 2.9%, en el caso de China 6.1%, EEUU 2.3%, la UE 1.2% y América Latina entre 1.3% y 1.8%.
Pero ahora todo indica que en el mundo habrá una caída de un 3% del PIB, mientras que China solo crecerá un 2.3%, aunque para el 2021, aumentará a 7.3%, EE.UU se contraerá en 3.5% con una disminución en el PIB de 0.4%, la India obtendrá 1.9%, España tendrá un recorte de 8%, diferente a Egipto que no será arrastrado a la recepción ya que crecerá un 25, Vietnam 2.7%, Indonesia 0.5% y Guyana crecerá un 53%, esto por el hallazgo de petróleo en su suelo marítimo.
En el caso concreto de la República Dominicana, un país con más de 48 mil kilómetros cuadrados y más de 10 millones de habitantes, las expectativas que se tenían antes de la Covid-19 era que este país isleño, crecería entre un 3% a un 4% en PIB, pero por los efectos de la pandemia, se reduciría en un 3 y podría aumentar si no se reabre el transporte aéreo y marítimo, la frontera y si además se mantiene la prolongación del coronavirus.
Esos motivos, al menos pondría al sector turismo en apuros, ya que va camino a sufrir una contracción de no menos de 6.5%, si tomamos en cuenta que en el 2005 fue de 5.1%.
¿Cómo se explicar entonces que los funcionarios de las instituciones financieras de República Dominicana, expresen con toda la prepotencia que les caracteriza, que en esta parte de la isla, no se produciría una caída sustancial del PIB, y que por ende la estabilidad macroeconómica que hasta ahora ha perdurado se mantendrá intacta, pese a la hecatombe de la economía mundial.
Diferentes a esos augurios positivistas los entendidos en materia económica, que actúan con independencia en sus análisis, avizoran o presagian un mal momento para esta nación, al estimar que las nuevas autoridades que se instalaran a partir del 16 de agosto, tendrán que buscar formulas correctas y alternas para mitigar el impacto adverso que se producirá sobre la economía, tanto en lo fiscal monetario como en la política económica expansivas y contra cíclicas.
Toda vez, que de seguir con los mismos parámetros que fueron creados para una situación heterogénea a esta, vendría una inestabilidad que generaría grandes confrontaciones sociales que crearían las condiciones para hacer colapsar el status quo imperante pro globalización y neoliberalismo.
Según el Banco Central en el 2019 República Dominicana creció 5.1%, siendo los sectores que más aportaron el de la construcción con 10.5%, servicios financieros 9.0%, energía 7.4% y otros servicios 7.1%, pero con el estilo impuesto tres décadas atrás orientado hacia una economía de servicio, con salarios muy bajos, un crecimiento que iba hacia el 5% y una canasta básica que estuvo en $27 mil 968 pesos y donde la mayoría de las empresas privadas el salario mínimo es de $12 mil 873 pesos y el de las microempresas de $7 mil 843 pesos, es imposible que ahora con el coronavirus y el confinamiento se pueda redistribuir el capital, ya que de hecho este solo se beneficia a la élite financiera y empresarial.
Dominicana ha fundamentado su crecimiento en función de una economía de servicio que tiene que ver con las remesas, el turismo y las importaciones, muy poco en las exportaciones amparándose en una política generadora de riquezas con base en lo que envía la diáspora desde el exterior y en la industria sin chimenea, como suele llamársele al turismo, que por cierto después de esta crisis del coronavirus tendrá que readecuarse para seguir teniendo los éxitos visibles a la luz de todos.
Tiempos para recordar
Cómo entonces no recordar en medio de esta pandemia que todas las crisis que se han presentado en el mundo, generan cambios de mandatarios o gobernantes como en efecto aconteció en EEUU con Henry Ford, quien perdió en 1973 frente a Jimmy Carter, lo propio ocurrió con Carter que fue vencido en 1979 por Ronald Reagan y Bush fue derrotado por Bill Clinton, tras la incursión de Kuwait.
Y de igual forma, lo propio sucedió en este país con Jorge Blanco que por el escenario de crisis, el candidato de su partido Jacobo Majluta fue vencido por Joaquín Balaguer, y en el caso de Hipólito Mejía fue dominado por Leonel Fernández en 2004, por lo que ahora también podría suceder lo mismo con el postulante del partido gobernante, que de acuerdo a las encuestas no ha cruzado la barrera que imposibilita que pueda ganar en primera o lograr llegar a un escenario de segunda vuelta y así buscar una alianza electoral que lo conduzca hasta la silla presidencial, ubicada en el Palacio Nacional.
Esa y no otra, podría convertirse en la razón para afirmar que el transito del subdesarrollo y de los espacios oligárquicos atrasados que prevalecían en el pasado y que dieron paso hacia un estadio histórico de desarrollo caracterizado por la implementación de políticas económicas y sociales que estaban convirtiendo a dominicana en un estandarte de crecimiento, progreso y bienestar social quedarán en el pasado, debido a las contracciones que se producirán con ese decrecimiento de un 3% del PIB a nivel mundial. Cuestión que permitirá cambios en todo el planeta
De ahí que el gobierno que surja en el país después de las elecciones del 5 de julio, estará compelido aplicar políticas fiscalistas para tratar de recuperar medianamente a la nación, pero a sabiendas, que esto le será muy difícil de lograrlo, ya que se producirán grandes movilizaciones de carácter social en todo el espectro de la geografía nacional.
Esos levantamientos masivos que vaticinamos para poder controlarlos tendrán que ser enfrentadas con las fuerzas represivas, o de lo contrario buscar un balde de agua para sobrellevarlas.
Naturalmente de producirse todo esto, el clima de confianza y de paz que ha vivido República Dominicana en el 2021 estará en juego sea cual sea el mandatario electo por el pueblo.
Por Francis Pérez