Uno de los errores comunes que se pueden cometer en la formulación de ideas es el de enfocarse principalmente en el gusto o intereses del o los creadores, sobre todo en aspectos que se consideren innovadores o novedosos, mientras se desconoce al público interesado en adquirir o utilizar este futuro emprendimiento.
El diseño centrado en el humano es un proceso que se puede utilizar en todas las industrias y sectores para abordar cualquier tipo de desafíos, desde el diseño de productos o servicios hasta el de sistemas o espacios de trabajo.
Es un enfoque creativo adecuado para la resolución de problemas, que inicia con identificar al público objetivo para el que se va a realizar el diseño y que finaliza cuando la versión final del producto o servicio satisface sus necesidades.
Para su implementación, se requiere sentir una profunda empatía hacia los beneficiarios o clientes y conectar directamente con sus deseos y emociones.
Gracias a esta metodología, el público objetivo trabaja junto al equipo en la concepción del producto o servicio, lo que permite identificar con exactitud cuáles son sus intereses principales, cuáles son los problemas que resolverán y las emociones que les despierta estas experiencias.
Mediante estas retroalimentaciones, se podrán realizar los ajustes a atributos tangibles del producto (Ejemplos: forma, tamaño, color, usabilidad, diseño, empaque, etc.) así como psicológicos como: marca, logo, calidad, entre otros.
Si el emprendimiento consiste en un servicio, se podría obtener información sobre aspectos relacionados al tiempo de respuesta, exactitud, uniformidad, confiabilidad, seguridad, etc.
En una próxima entrega, hablaremos sobre las etapas del diseño centrado en el ser humano.
Por Iván de Paula
*El autor es Ingeniero de Sistemas, con maestría en Gerencia y Productividad.