Buenos Aires (AP) — El presidente argentino Alberto Fernández anunció el viernes que no competirá por la reelección en los comicios generales de octubre en medio del desgaste de su gobierno por la acelerada inflación, la caída de su imagen pública y la falta de apoyo interno dentro del Peronismo.
La decisión, que muchos veían como inevitable ante la constante pérdida de apoyo popular del mandatario, obliga a los peronistas a reordenarse para encontrar a un líder para las elecciones en las que se jugará su permanencia en el poder.
Fernández, que asumió el poder en 2019, hizo el anuncio en las redes sociales y señaló que en diciembre entregará la banda presidencial “a quien haya sido elegido legítimamente en las urnas por el voto popular”.
“Trabajaré fervientemente para que sea un compañero o una compañera de nuestro espacio político que represente a quienes seguimos y seguiremos luchando por una patria justa, con equidad y felicidad para todos y todas”, dijo el mandatario, de 64 años, en un video grabado.
La decisión de salir de la disputa electoral era demandada por el kirchnerismo, el sector de centroizquierda del peronismo que responde a la vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), con quien el gobernante está enfrentado por la política económica.
La inflación mensual de marzo llegó a 7,7%, la más alta desde 2002, y acumuló en el primer trimestre del año una variación de 21,7%. En la comparación interanual, el incremento alcanzó el 104,3%, lo que sitúa a Argentina entre los países con mayor costo de vida del mundo.
Por la aceleración de los precios la pobreza afecta a casi 40% de la población. En total, 18,6 millones de personas tienen problemas para subsistir en el país sudamericano.
En su sorpresivo mensaje, el presidente indicó que abandona la carrera electoral presidencial para concentrarse en la gestión de la crisis. En su defensa recordó que recibió un país “endeudado, en recesión, con alta pobreza e inflación” y tuvo que enfrentar ”una pandemia mundial, una guerra (en Europa) y las consecuencias de una brutal sequía”.
Su anuncio se produjo al término de una semana convulsionada en la que se disparó la cotización del dólar en el mercado paralelo -donde no hay restricciones y en el cual los argentinos se refugian para ahorrar- y en medio de versiones acerca de la posible renuncia del ministro de Economía, Sergio Massa. Todo ello agudizó la sensación de que el gobernante está sin brújula.
En un contexto de creciente inestabilidad económica, el viernes el peso volvía a perder valor frente el dólar en el mercado informal de cambio, el único al que pueden acceder los ahorristas libremente debido a las restricciones cambiarias. La divisa cerró la jornada en 442 pesos por unidad respecto de los 433 pesos de la víspera y estableció una nueva marca histórica.
Bajo la gestión de Fernández, la divisa aumentó más de 500% en el mercado ilegal.
En tanto el riesgo país, elaborado por la consultora J. P. Morgan, caía a 2.588 puntos desde los 2.660 de la víspera, mientras los bonos en dólares recuperaban terreno.
Varios funcionarios cercanos, como el canciller Santiago Cafiero, apoyaron al presidente, pero opositores de distintos espacios opinaron que su decisión es una muestra del fracaso de su gestión.
Una encuesta de la consultora Management & Fit reveló que las tres principales preocupaciones de la sociedad son la inseguridad, la inflación y la situación económica y que Fernández tiene una imagen negativa de 67,9%.
El sondeo fue realizado entre el 27 de febrero y el 13 de abril a nivel nacional y tiene un nivel de error de 2,2 puntos porcentuales.
Mariel Fornoni, directora de Management & Fit, dijo a The Associated Press que Fernández tiene un nivel de desaprobación de su gestión que no registraron Fernández de Kirchner ni el conservador Mauricio Macri (2015-2019).
Señaló que las presiones internas que el mandatario argentino sufre en el seno de la coalición gobernante Frente de Todos más el contexto económico adverso “terminaron forzando una decisión que tomó a último momento y muy pocos conocían”.
Con su anuncio, el mandatario dio luz verde a que el aspirante a la presidencia del Frente de Todos surja de un acuerdo consensuado entre los distintos sectores o mediante las elecciones internas y obligatorias previstas en agosto para todos los partidos.
Fernández defendió la celebración de internas para que su espacio político siga siendo el “que garantiza que no volverá la derecha a traernos su pesadilla y su oscuridad”.
El peronismo, que hizo de la justicia social su bandera, se ve en dificultades para perfilar a un candidato presidencial que inspire confianza a su electorado, donde se detecta un creciente malestar y fuga de votos.
Pese a que sectores cercanos impulsan su candidatura, la vicepresidenta -que mantiene una base de apoyo popular en torno del 25%- se considera proscrita para competir a raíz de la condena a seis años de cárcel que recibió en diciembre e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos por administración fraudulenta. La exmandataria, que no irá presa porque puede apelar, considera que el fallo es una muestra de la persecución política de la que es objeto.
Para los analistas el escenario electoral es incierto y agitado, en gran parte por el grado de divisiones internas en el oficialismo pero también en la principal coalición opositora, Juntos por el Cambio, donde hay una lucha intestina por la candidatura presidencial.
“La puja quedó expuesta ante la ciudadanía que ya está asqueada de estas cosas. Y esto no se resolverá hasta las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias de agosto)”, dijo a AP Patricio Giusto, director de la consultora Diagnóstico Político.
Macri -uno de los referentes de la coalición opositora- también ha anunciado recientemente que no será candidato, lo que dejaría estos comicios sin la presencia de tres figuras tradicionales del escenario político argentino.