Los peruanos no saben muy bien qué resultados esperar este domingo, día en que votarán en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias.
A diferencia de procesos anteriores, no queda claro cuáles son los dos candidatos presidenciales que pasarán a la segunda ronda, etapa que será necesaria debido a que ningún postulante se proyecta ni siquiera a rozar el 50% de los votos.
De hecho, ningún aspirante a gobernar el país superaríael 10% de los votos, según una encuesta telefónica del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) difundida en el diario peruano La República el domingo pasado, el último día que podían publicarse encuestas en Perú antes de la votación.
Además, este sondeo mostraba un empate entre los cinco primeros lugares, ya que las diferencias entre sus porcentajes eran menores que el margen de error del estudio.
Para añadir más incertidumbre al panorama, el sector que parecía agrupar a una mayor cantidad de electores fue el de los que respondieron que no tenían candidato, que fueron el 28% y que decidieron su voto durante la semana o a última hora.
En total, hay siete candidatos que tienen posibilidades de pasar a la segunda vuelta, dijo Manuel Saavedra, director gerente de la Compañía Peruana de Investigación de Mercados y Opinión Púbica (CPI), este jueves.
«Los datos están cambiando día a día, hora a hora, y con un porcentaje muy grande de indecisos», añadió Saavedra.
La variabilidad es tal que si las elecciones se retrasaran una semana «probablemente habría otro resultado», señaló la investigadora principal del IEP, Patricia Zárate.
Dada esta situación, «cualquier cosa puede pasar», advierte en diálogo con BBC Mundo Milagros Campos, politóloga y abogada de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Esta atomización de la intención de voto y la imprevisibilidad de los resultados carecen de antecedentes en la historia reciente de Perú.
«Hay una desafección, una crisis de representación», dice Campos.
¿Cómo cayó el país en estas circunstancias?
«El contexto de crisis sanitaria, económica y política es relevante para entender cómo es que Perú ha caído en esta apatía», explica la politóloga.
Pero el problema no se explica solo por la coyuntura más reciente de la pandemia, que se encuentra en uno de sus peores momentos en el país.
Estas son cuatro claves para entender este panorama incierto.
1. Crisis de partidos / Crisis de representación
Campos dice que Perú viene viviendo una crisis de partidos hace décadas, pero que se trata más de una «crisis de representación política».
«Los partidos tradicionales, con historia, han dejado de representar a un porcentaje alto del electorado y los partidos más nuevos son tomados por algún político que no tiene partido. Cada elección presentan candidatos diferentes que no se quedan en el partido, lo que le da una imprevisibilidad muy grande al sistema», dice Campos.
El politólogo Carlos Meléndez reconoce también que si bien existe en Perú una amplia variedad de partidos políticos, actualmente ninguno logra convocar a grandes masas.
«Los partidos están en crisis cuando se combina la insatisfacción ciudadana y la falta de liderazgo».
Pero aclara que la crisis de los partidos «es relativa» y que «no significa que los partidos desaparezcan o que no puedan ser útiles en determinados contextos».
De hecho, uno de los partidos que aparece entre los cinco primeros en las encuestas presidenciales es Acción Popular, fundado en 1956 y que ha llegado cuatro veces a la presidencia. La última, con Manuel Merino, tras la destitución de Martín Vizcarra a final del año pasado.
Si ganara, «nuestra idea de que los partidos no funcionan en Perú se cae», dice Meléndez a BBC Mundo.
2. Presidencias débiles
Al problema de los partidos se suma el continuo enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso durante los últimos cinco años.
En 2016, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) ganó la presidencia de Perú, pero tuvo una bancada débil en el Congreso, mientras que la de su rival en las elecciones, Keiko Fujimori, obtuvo la mayoría absoluta.
Entre 2017 y 2018, esta mayoría opositora presentó dos mociones de destitución contra PPK y finalmente forzó su renuncia en medio de acusaciones de corrupción por supuestamente haber recibido sobornos de Odebrecht.
La pelea entre el Ejecutivo y el Legislativo continuó con el sucesor de PPK, Martín Vizcarra, que también llegó a la presidencia sin mucho apoyo en el Congreso.
En septiembre de 2019 disolvió el Parlamento y en noviembre de 2020, el nuevo Parlamento que se había instalado lo destituyó a él.
Manuel Merino, el presidente que lo reemplazó, duró cinco días y finalmente asumió Francisco Sagasti, un mandatario de transición.
Como el Estado está «en conflicto permanente», hay una «desconfianza de que la política pueda solucionar los problemas del día a día», dice Campos.
Las perspectivas para el nuevo gobierno no parecen muy diferentes, ante la alta dispersión del voto.
«Con esta elección, Perú afronta dos riesgos concretos: uno, el de la presidencia sin mayoría, con un Congreso muy fragmentado, con una fragmentación mucho mayor a la que hemos tenido históricamente», dice Campos a BBC Mundo.
«Y el segundo riesgo, consecuencia del primero, es que haya problemas de gobernabilidad similares a los que hemos vivido en los últimos cinco años. La amenaza va a seguir ahí», añade.
3. El problema de la corrupción
Otro asunto que ha golpeado las esperanzas que los peruanos podían tener en la política es la corrupción.
Según el Barómetro de las Américas del Latin American Public Opinion Project, de la Universidad de Vanderbilt, EE.UU., Perú apareció en la edición de 2018-2019 como «el país más preocupado por la corrupción», ya que el 36% de los entrevistados la nombró como el problema más importante del país.
También fue el país en el que más encuestados, un 95%, «creen que la mitad o más de los políticos está involucrado en corrupción».
Para el 61% de los peruanos, el principal problema es la corrupción, según una encuesta de octubre de 2020 de Ipsos Perú.
«Hay una hiperfragmentación del electorado debido al colapso del establishment político, que cayó por diferentes shocks. El primero fue Lava Jato (la operación contra la corrupción en torno a la constructora Odebrecht) y el procesamiento judicial de políticos vigentes, tanto de izquierda como de derecha», dice Meléndez.
«El efecto de presidentes encarcelados es que muchos de los partidos se quedaron sin líderes y la gente dejó de confiar en estas opciones políticas», agrega.
Además, en febrero se desató el escándalo conocido como «Vacunagate», cuando se descubrió que en octubre, antes de ser destituido, el expresidente Vizcarra y su esposa se vacunaron en secreto meses antes de que empezara la vacunación de la población.
Vizcarra, su esposa y otras decenas de funcionarios de gobierno accedieron a lo que se conoció como «vacunas de cortesía» de una farmacéutica china que estaba realizando un ensayo clínico en Perú.
Los medios difundieron una lista de 487 personas que habían accedido a las «vacunas vip». La denuncia causó una ola de malestar en Perú pues el país es uno de los más golpeados en la región por la pandemia de coronavirus.
«La decepción que significó el VacunaGate y otras investigaciones de Vizcarra, que había logrado sintonizar con una parte del electorado peruano, fue la gota que derramó el vaso de la decepción», dice Meléndez.
Campos cree que la corrupción de los últimos años ha creado «una sensación de que todos los políticos son iguales, de que la corrupción está presente inevitablemente en la política», por lo que «ha afectado gravemente la confianza en el sistema político».
4. «Minipopulistas»
Perú se encuentra en teoría en un momento en el que podría surgir un líder populista, cree Meléndez, a causa del «colapso del establishment político, la desconfianza generalizada hacia la clase política y por un mayor malestar social como consecuencia de la pandemia».
«Se genera en el elector una sensación de ‘cambiemos las cosas’, por lo que el momento está presto para la emergencia de un discurso populista», advierte Meléndez.
Pero para el politólogo, de los candidatos que pelean por pasar a segunda vuelta —Yohnny Lescano, Hernando de Soto, Keiko Fujimori, Verónika Mendoza, Rafael López Aliaga, George Forsythy Pedro Castillo— «ninguno tiene un discurso populista».
«Están intentando confrontar al establishment, pero solo le disparan a dimensiones del establishment. No lo confrontan en su conjunto», dice Melendez.
«Por ejemplo, Mendoza y Lescano confrontan a la dimensión económica, pero no pueden confrontar la política porque Lescano fue congresista y Mendoza participó en el gobierno de Ollanta Humala (2011-2016)».
«Tienes a López Aliaga (empresario) que confronta el establishment moral, pero no confronta la parte económica. Y tienes a Forsyth, que confronta el establishment político, pero no confronta la dimensión económica o moral», detalla Meléndez.
«Han segmentado al electorado peruano y dada la fragmentación, han agudizado sus posiciones, por eso es que los extremos se notan más», dice Meléndez.
Mientras tanto, Keiko Fujimori y Hernando de Soto quedan como «los defensores del establishment».
«Defienden sobre todo el establishment económico, entonces eso hace que defiendan las reglas de juego y las instituciones vigentes, por lo tanto, eso los convierte en defensores del establishment en su conjunto», opina Meléndez.
Fuente: BBCMundo