Tras 212 días de guerra, Israel y Hamas se encontraban este domingo ante la posibilidad de un alto el fuego inicialmente de 40 días o la incursión terrestre israelí en Rafah en el sur de la Franja de Gaza.
Las opciones del segundo escenario aumentaron de forma sensible por la tarde con el esperado cruce de acusaciones por el fracaso en una negociación al borde de la ruptura y el inesperado lanzamiento de más de 10 proyectiles desde Rafah contra Kerem Shalom, en Israel, en la zona del paso de ayuda humanitaria, que causó la muerte de tres soldados israelíes y heridas a otros once.
Como respuesta al ataque que el brazo armado de Hamas reivindicó «contra una base militar», Israel cerró el paso fronterizo y atacó objetivos de la milicia palestina dejando al menos tres muertos.
Tras dos días de contactos en El Cairo, la delegación de Hamas volvió a Qatar para seguir sus consultas sobre la propuesta de tregua de los anfitriones con la previsión de volver este martes. El jefe de la CIA, Bill Burns, que también se encontraba en la capital egipcia, viajó de forma urgente al emirato árabe para dialogar con su primer ministro y evitar la ruptura de las conversaciones, según Reuters.
Israel, Egipto, Qatar, Estados Unidos y los gazatíes esperaban este fin de semana la respuesta de Hamas a la propuesta de tregua.
«Nuestras peticiones son claras: detener completamente la agresión, la retirada de las fuerzas de ocupación, el regreso de los desplazados, el inicio de la reconstrucción y un acuerdo de canje serio», señaló el grupo islamista tras sus reuniones en Doha, sus consultas con su líder en Gaza, Yahia Sinwar, y antes de volver a encontrarse con el jefe de la Inteligencia de Egipto, Abbas Kamel.
El Gabinete israelí se reunió este domingo bajo el eco de las manifestaciones de familias de los 132 secuestrados en manos de las milicias a favor de un alto el fuego que permita su liberación. Las críticas de algunos familiares contra el primer ministro Benjamin Netanyahu por «no querer el acuerdo por motivos políticos» contrastan con las exigencias de familias de soldados muertos (264) en los últimos meses en la Franja de Gaza para «entrar en Rafah y acabar con Hamas».
Estados Unidos y Egipto buscan desesperadamente la fórmula para compaginar la exigencia de Sinwar del fin de la guerra (garantía de su supervivencia armada y política) y la de Netanyahu de seguir hasta lograr sus objetivos declarados (acabar con Hamas y liberar a todos los secuestrados en el ataque del pasado 7 de octubre).
Netanyahu teme que si pone fin a la operación con Hamas severamente dañado pero aún vivo y su país bajo la crítica internacional por su devastadora respuesta al ataque yihadista hace siete meses, será acusado de fracaso militar y diplomático. Y a nivel político, su continuidad en el poder estaría en peligro dado que dos de sus cinco socios de Gobierno, los ministros ultraderechistas Bezalel Smotrish e Itamar Ben Gvir le exigen «no capitular ante los terroristas».
El dirigente israelí afirma que su país «está dispuesto a una pausa para liberar a nuestros secuestrados pero no al fin de la ofensiva que supondría dejar a Hamas en el poder». «Ceder a sus exigencias sería una terrible derrota para Israel, una gran victoria para Hamas y para Irán y proyectará una terrible debilidad ante nuestros amigos y enemigos», añadió. En tal caso, avisó, «el próximo 7 de octubre sería sólo cuestión de tiempo. Hamas podría cumplir su promesa de llevar a cabo repetidas masacres, violaciones y secuestros».
El líder del movimiento islamista, Ismail Haniya, respondió acusando a Netanyahu de «continuación de la agresión y la ampliación del círculo del conflicto, y sabotear los esfuerzos realizados a través de los mediadores y diversas partes».
Hamas podría aceptar un alto el fuego si recibe garantías internacionales sobre el compromiso israelí de que sea definitivo. En la primera fase del acuerdo, los islamistas deberían liberar 33 secuestrados (mujeres, ancianos, heridos y enfermos) a cambio de 20 presos palestinos por cada uno.
La creciente presión mediadora de Egipto y EEUU radica también en el deseo de evitar la anunciada operación terrestre en Rafah. Considerado por Israel el último gran feudo armado y de poder de Hamas, se trata también del refugio de más de un millón de desplazados y esparcidos básicamente en tiendas de campaña.
Washington exige a su aliado un plan realizable para la protección y evacuación de civiles antes de cualquier operación en esta zona fronteriza con Egipto. De lo contrario, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, expresó su temor a «muchas más víctimas civiles».
«Había unas 275.000 personas aproximadamente que vivían en Rafah y sus alrededores antes de que comenzara el conflicto. Ahora hay aproximadamente 1,4 millones de personas allí. En este momento, las condiciones no son favorables para ningún tipo de operación y hemos sido claros al respecto. Es necesario cuidar de la población que se encuentra en esa zona antes de que suceda algo más», afirmó Austin en un mensaje al gabinete israelí que se reunió con los ojos puestos en El Cairo, Doha y Rafah.
Fuente: elmundo.es