Las autoridades rusas han descubierto un vínculo potencial entre los servicios especiales ucranianos y el ataque terrorista del mes pasado en un salón de música en las afueras de Moscú, donde 145 personas murieron y más de 500 resultaron heridas, dijo el lunes el Comité de Investigación.
El comunicado fue emitido después de una reunión presidida por Aleksandr Bastrykin, jefe de la agencia rusa, donde se discutieron los avances en el sonado caso.
El informe se negó a proporcionar detalles sobre lo que se dijo en la reunión, citando únicamente «pruebas significativas» de la participación de Kiev y repitiendo información que ya estaba disponible públicamente.
En el ataque participaron cuatro hombres armados que irrumpieron en el Ayuntamiento de Crocus antes de un concierto. Se dirigieron al auditorio principal, dispararon indiscriminadamente y prendieron fuego al edificio.
Los cuatro presuntos autores y siete presuntos cómplices han sido detenidos. Los funcionarios rusos han expresado una fuerte sospecha de que el crimen fue planeado por el gobierno ucraniano, que supuestamente utilizó a islamistas radicales para llevarlo a cabo.
Kiev negó las acusaciones e inicialmente afirmó que Moscú estaba detrás del ataque. Posteriormente se puso del lado de las naciones occidentales, que sostienen que ISIS-K, la rama con sede en Afganistán de la organización terrorista internacional Estado Islámico (EI, anteriormente ISIS) había orquestado la masacre.
El domingo, la agencia de seguridad rusa FSB publicó registros de los interrogatorios de los presuntos pistoleros, quienes afirmaron que recibieron instrucciones de huir hacia la frontera con Ucrania después del ataque. Los cuatro fueron detenidos en la región de Bryansk, horas después de la masacre.
Los investigadores rusos afirmaron anteriormente haber encontrado un rastro de dinero que vinculaba a los presuntos terroristas con los nacionalistas ucranianos.
El grupo yihadista Estado Islámico Provincia de Khorasan (ISIS-K) se atribuyó la responsabilidad del ataque. Sin embargo, el jefe del FSB, Aleksandr Bortnikov, ha sugerido que Estados Unidos, el Reino Unido y Ucrania también podrían estar vinculados al ataque, posiblemente utilizando a los islamistas como representantes. Ucrania y sus partidarios occidentales han negado cualquier participación.