Washington (AP).-El Senado rechazó el martes un intento republicano de desestimar el segundo proceso de juicio político contra Donald Trump, en una votación que permite que el caso sobre “incitación a una insurrección” siga adelante, pero que también presagia que podría no haber suficientes votos para condenarlo.
El voto procesal de 55 a favor y 45 en contra para desestimar la objeción del senador Rand Paul pone al Senado en camino de declarar el procedimiento como constitucional, y significa que el proceso de juicio político contra Trump, el primero de la historia a un expresidente, comenzará tal como estaba previsto la semana del 8 de febrero.
La Cámara de Representantes aprobó el proceso hace dos semanas por haber incitado disturbios en el Capitolio federal el 6 de enero, cuando Trump dijo a sus simpatizantes que “lucharan” para revertir su derrota en las elecciones presidenciales.
Al mismo tiempo, muestra que es poco probable que haya suficientes votos para una condena, la cual requiere el respaldo de dos tercios del Senado; esto es: todos los senadores demócratas más 17 republicanos.
Aunque la mayoría de los republicanos criticaron a Trump poco después de la toma del Capitolio, muchos de ellos lo han defendido en el proceso, lo que demuestra la perdurable influencia del expresidente sobre su partido.
“Si más de 34 republicanos votan contra la constitucionalidad del procedimiento, todo esto está muerto”, dijo Paul poco antes de la votación. El senador señaló que los demócratas probablemente no deberían continuar con el proceso.
Los senadores prestaron juramento el martes para garantizar la “justicia imparcial” como miembros del jurado en el juicio, un procedimiento que pondrá a prueba la lealtad de los republicanos hacia el expresidente por primera vez desde el asedio al Capitolio federal.
Muchos senadores republicanos, incluido Paul, han cuestionado la legitimidad del juicio y dudan que las exigencias de Trump de revertir los resultados de la elección, y por ende la victoria de Joe Biden, realmente constituyan una “incitación a la insurrección”.
Así que lo que parecía para algunos demócratas como un caso claro que se desarrolló ante todo el mundo en vivo por televisión se está topando con un Partido Republicano que lo ve muy diferente. No sólo hay inquietudes jurídicas, sino que los senadores están temerosos de meterse con el expresidente y sus legiones de partidarios.