Puerto España, Trinidad y Tobago.- “Contrario a lo que algunas personas puedan esgrimir, el año 2020 fue un año de grandes enseñanzas” y el 2021 debe ser de esperanza, solidaridad y cooperación entre los estados y pueblos del mundo, afirmó el embajador dominicano en Trinidad y Tobago, doctor José Serulle Ramia.
Indicó que el dolor provocado por el SARS-CoV-2 se ha manifestado en distintas dimensiones y de manera indescriptible y los sufrimientos provocados por la pandemia inundan de angustia y de incertidumbre a la humanidad.
Expresó que casi dos millones de seres humanos han sido arrebatados por la virulencia y letalidad de este virus que asaltó al mundo estrepitosamente.
Manifestó que la irresponsabilidad de muchos Estados y la indisciplina de sectores determinados de la sociedad, así como de tantos ciudadanos, ante el cumplimiento de los protocolos de seguridad, ha tenido un coste indescifrable e irreversible para el conjunto de la población mundial.
“Esto, a su vez, dijo, es el reflejo de una terrible falta de solidaridad que raya en la indiferencia a la hora hacer frente a la expansión del virus. Esa carencia de un espíritu comunitario y de una perspectiva colectiva por parte de estos grupos a lo largo y ancho del planeta, ha obstruido parte del proceso de prevención, contención y mitigación de la pandemia.
Sostuvo que es cierto que las grandes fortunas, aumentadas con creces en este año, han puesto sus intereses por encima de la solución de los problemas económicos, sociales, culturales y psíquicos, que se han generado por la propagación de la epidemia.
Dijo que “una vez más, pero de forma más descarnada desde épocas anteriores, se han puesto en mayor evidencia los niveles de pobreza, discriminación, exclusión y desigualdad en que vive gran parte de la población mundial, y los daños infligidos a la madre naturaleza por la búsqueda insaciable de riquezas y de poder, en detrimento de la propia vida.
En consonancia, manifestó el doctor Serulle Ramia, el género humano ha aprendido mucho de esta terrible enfermedad, y con ello se han ampliado nuevos campos en el conocimiento y la tecnología, se han fortalecido las buenas prácticas para continuar controlando otros tantos virus y enfermedades que afectan todavía y acechan al mundo.
“Hemos visto el esfuerzo denodado de médicos y personal sanitario para evitar muertes y aliviar dolencias, y mucho el sacrificio de hombres y mujeres de ciencia de todas las latitudes para encarar un “enemigo invisible”, que aún no se conoce su real origen, y que sigue sorprendiendo con nuevas cepas”, manifestó.
Indicó que Gobiernos y poblaciones en todos los continentes se han preocupado por respetar los criterios que han permitido en sus territorios evitar la propagación del virus, limitando sus perjuicios humanos y materiales.
Consideró que se ha elevado el nivel de conciencia sobre el rol fundamental de trabajadores de todas las áreas, quienes se han esforzado para que las medicinas y equipos médicos, los bienes alimentarios y demás servicios esenciales lleguen a las familias, y socorran poblaciones desprovistas de los medios básicos para la sobrevivencia.
Reconoció, por ejemplo que, muchos Estados han mostrado solidaridad y desprendimiento al desplegar sus recursos, humanos y materiales, hacia países con deficiencias agudas en el campo sanitario, ya sea de los llamados ricos o pobres, sin importar el régimen socio-político.
“Entrando el año 2021, la pandemia no ha terminado, y el virus no desaparecerá por cuanto se ha vuelto endémico y ha mutado con otra cepa que circula en más de treinta países, esta vez con un ritmo de contagio mucho mayor que el SARS-CoV-2, llegando a afectar la vida de los más jóvenes. Pero dijo que lo esencial ahora es ampliar los niveles de prudencia, cooperación y de solidaridad local, nacional, regional e internacional. Que los pueblos y naciones actúen con criterio de fraternidad humana.
Los medicamentos y vacunas tienen que ser, como bienes públicos, de libre acceso a todas las poblaciones. No debe relegarse la vacunación para ningún Estado o pueblo y no se trata de niveles de acumulación de capitales o de riquezas, sino de humanidad, sentenció el diplomático dominicano.
Significó que hoy más que nunca tienen vigencia los preceptos y praxis de la Organización de las Naciones Unidas, de su brazo de salud, la OMS. Es importante hacer lo necesario para introducir en estas instituciones y otras los cambios demandados por las nuevas circunstancias para que el multilateralismo y las políticas regionales se apliquen con criterios de igualdad y respeto, y para que la diversidad biológica y cultural prevalezca, como motor de progreso, bienestar humano y la paz.
Finalmente dijo que la humanidad tiene que aprender de las lecciones de 2020 en la vía de dar saltos cualitativos hacia sistemas más sólidos, incorruptibles, eficientes y justos a favor del bienestar colectivo y, por ende, de la convivencia pacífica y armoniosa entre pueblos y Estados. Es andando ese camino que podremos garantizar que la humanidad esté en mejores condiciones para enfrentar los desafíos de este 2021, y la tercera década que se inicia del siglo XXI.