Santo Domingo.- La muerte del coronel de la Fuerza Aérea de la República Dominicana (FARD), Rolando Martínez Martínez, fue producto de un suicidio según el informe preliminar de la necropsia que le fue practicada.
“Mediante el proceso de la necropsia, se determinó que la muerte fue causada por una herida de bala, que va desde la boca con salida en la nuca”, dice el informe.
Según el informe presentado por la Policía, un vigilante privado vio a Martínez Martínez desmontarse de su yipeta el pasado jueves, para fumar un cigarrillo.
El testigo informó que tras finalizar su labor ese día como vigilante, se marchó a su casa y cuando regresó, observó el vehículo que aún estaba en el mismo lugar.
Cuando se acercó notó que salía un fuerte olor, por lo que decidió llamar al 911. Narró que cuando las unidades llegaron, descubrieron el cuerpo del coronel.
Martínez Martinez, quien fue encontrado muerto el pasado sábado en la noche, en el interior de su vehículo, con un disparo en la cabeza, dejó una carta escrita a mano donde menciona los nombres, con números telefónicos de las personas a las que se deben llamar para que ejecuten sus instrucciones.
“Esta fue una decisión pensada hace mucho tiempo, producto de muchas depresiones que siempre me afectaban, esta última fue aplastante y no supe manejarla, y también a mi débil carácter desde niño para enfrentar cualquier adversidad de la vida”, dice uno de los párrafos de la carta.
El oficial, de 50 años de edad, residía junto a su madre en el municipio Pedro Brand, en el kilómetro 25 de la autopista Duarte, y según un comunicado de la FAD, tenía 31 años sirviendo a la institución.
A continuación el texto íntegro de la carta dejada por Rolando Martínez Martínez:
“(Leanla bien completa) Delante de las personas que menciona. Esta es una decisión que pensaba hace mucho tiempo, producto de muchas depresiones que siempre me afectaban, esta última fue aplastante y no supe manejarla, y también a mi débil carácter desde niño para enfrentar cualquier adversidad de la vida. Nunca supe enfrentar las situaciones difíciles y lamentables, era por fuera de hierro y por dentro de azúcar, muy “endeleque”.
Mi madre, cuánto lamento dejarla en esta situación, pero una decisión que uno solo sabe que están en la cabeza de uno. Aparentemente uno es feliz, eso de apariencia, pero yo nunca fui feliz ni un solo minuto de la vida.
Llamen al Dr. Holguín Haché, quien tiene mi pistola y llevará a la Fuerza Aérea. El revólver que tengo es de la Policía Nacional, de Intendencia de Armas. Llamen al señor Miñico, mi vecino, que se encargue de cuidar las casas y terrenos, y que cuide a mi madre, que de seguro se pondrá muy mal. Que él se encargue de los preparativos de mi sepelio.
Hay que avisarle con mucho cuidado a mi madre.
En el cementerio donde está mi papá, me sepultan, al lado o encima. Llamen al Dr. César Guzmán y Jesús Ferrand, mis abogados. Ellos tienen los papeles del terreno; son los responsables para que nadie lo coja. El letrero de “se vende”, es del abogado Bland, de Pedro Brand.
Él no tiene ningún poder firmado por mí, si aparece alguno es falso. El señor Miñico, mi vecino; que suelte a los perros para que se vayan y no se queden amarrados y se mueran del hambre, y se hagan cargo de ellos, y las dos gatas, sobre la amarilla.
La pensión es de mi madre, si está viva, y si no de mi único hijo, al igual que los sueldos por años en el ISSFFA”.