La guerra patria de abril del 1965. El levantamiento militar constitucionalista que produjo el inicio de la Guerra de Abril de 1965, es el acontecimiento patriótico, político y militar de mayor trascendencia en la historia de la República Dominicana del siglo XX, este hecho trascendental que se transformó en guerra patria al producirse la funesta segunda intervención militar norteamericana, está siempre presente en la mente y el corazón del pueblo dominicano.
El objetivo fundamental de este levantamiento popular fue la restauración del gobierno liberal democrático del profesor Juan Bosch y la constitución de 1963, cuyo poder fue usurpado por un fatídico golpe de estado un 25 de septiembre del año 1963, cuyo triunvirato fue depuesto un 24 de abril de 1965, por la unión del pueblo y los militares constitucionalistas.
El gobierno de Juan Bosch de 1963 que fue fruto de unas elecciones libres, las primeras después del ajusticiamiento del dictador Rafael Trujillo siempre expresó su preocupación por el bienestar de todos los dominicanos, especialmente los más pobres, aquellos cuyas voces nunca antes habían sido realmente escuchadas por los sectores que habían gobernado el país.
Este gobierno creó un nuevo estilo de gobernar, al tomar una serie de medidas económicas, políticas y sociales racionalizando los recursos para hacer frente a la educación, salud, energía, recursos, hídricos, comunicación y la cualificación de los recursos humanos, además dio inicio a la reforma agraria, prohibiendo el latifundio, limitando la propiedad privada por causa de interés social , consagró el derecho de la familia campesina a tener tierra y recibir ayuda técnica y crediticia del Estado y estableció que sólo los dominicanos podían tener tierra, prohibiendo la propiedad de esta a los extranjeros.
Ese mismo año se redactó la Constitución del 1963, que establecía entre otros derechos individuales y sociales: La libertad de Expresión, Libertad Política, que los trabajadores tenían derecho a recibir beneficios de parte de las empresas donde trabajaban, el derecho a una vivienda propia, también se estableció igualdad para los hijos naturales y los legítimos, además el retorno de los disidentes políticos y exiliados. Estos y otros cambios, como la reforma sobre las posesiones de tierra, golpeaba a los terratenientes conservadores y militares.
El gobierno de Bosch tenía una visión de corte democrático, muy avanzada , por lo que chocaba con los intereses de los diferentes sectores y grupos conservadores, por eso Bosch el presidente que había declarado que mientras gobernara en el no perecería la llama de la libertad, no gozaba de simpatías en los grupos conservadores y sectores poderosos del país y del gobierno de los Estados Unidos, esta situación llevó al derrocamiento del primer gobierno democrático elegido en elecciones libres después de la desaparición de la dictadura trujillista a través del fatídico golpe de estado del 25 de Septiembre de 1963, ejecutado por fuerzas nacionales apoyadas por el poder extranjero.
Pero la reacción del pueblo no se hizo esperar y un 24 de abril de 1965, cuando un grupo de oficiales jóvenes del ejército y la policía se propone restaurar el gobierno constitucional del presidente Juan Bosch, quienes con su acción patriótica derrocaron al triunvirato, lo que de inmediato provoco el respaldo masivo del pueblo dominicano.
Este hecho memorable para el pueblo dominicano que, bajo la consigna de vuelta a la constitucionalidad sin elecciones y regreso del gobierno de 1963 con Juan Bosch en la presidencia, fue un movimiento cívico militar, que se caracterizó por la participación activa y militante del pueblo, quien armado hasta con piedras hizo galas de su patriotismo escribiendo páginas de gloria en la historia nacional.
Los militares constitucionalistas encabezados por el coronel Fernández Domínguez fundador del movimiento constitucionalista, el coronel francisco Caamaño, Héctor Lachapelle Díaz Montes Arache, Lora Fernández, Peña Taveras y miles de dominicanos patriotas le demostraron al mundo, que el pueblo dominicano tiene el suficiente corage y le sobra dignidad y valentía para defender la soberanía nacional.
El coronel Fernández Domínguez es un militar que honra a la República Dominicana y a nuestras fuerzas armadas, esto se puede ver en el pensamiento de este ilustre militar constitucionalista, en una carta dirigida al coronel Caamaño y a otros de sus compañeros el 1 de enero de 1965 donde planteaba que, «Hay que apuntar que si alguien, poniendo su seguridad y bienestar personal por encima del deber, el honor y la patria, viola deliberadamente su juramento, será responsable ante el pueblo, la historia y el mundo del sacrificio de todos los demás», o cuando dijo, «Aquí estoy, respondiendo con la frente en alto, el honor multiplicado y la vergüenza como estandarte. Que me juzguen la Historia y la República”.
El coronel Francisco Caamaño es otro de los militares constitucionalistas que honran a nuestro país, elegido presidente constitucional en Mayo de 1965, demostró su coraje y firme decisión ante el poder extranjero en la embajada de los Estados Unidos, donde se le conminó a rendirse, diciendo, “pues permítame decirle que no nos rendiremos y que lucharemos hasta el final”, luego de lo cual salieron encabezados por el coronel Caamaño hacia el puente Juan Pablo Duarte, donde se libraba una sangrienta batalla, cuyo resultado fue la derrota de las tropas reaccionarias de Wessin y Wessin, fue tal el arrojo y el coraje de la participación popular, que muy pronto el aparato militar regular, quedo virtualmente desarticulado por las acciones militares del pueblo en armas.
El presidente Caamaño planteó su lucha así, “los enemigos del pueblo, aquellos que por encima de los intereses de la Patria colocan sus propios intereses en un vano empeño por mantenerse en el poder, hacían correr, como ríos, la sangre generosa. Pero sobre nuestros muertos, nos levantamos siempre con mayor fuerza. La Revolución avanzaba triunfante. América entera miraba con admiración hacia esta tierra, esperando ansiosa nuestro triunfo, porque en él veía una victoria de la democracia sobre las minorías opresoras que azotan, como plagas, todo el Continente Americano.”
El triunfo de la Revolución de Abril intentó ser ahogado en sangre por la grosera segunda Intervención militar yanqui a la República Dominicana un 28 de abril de 1965, la cual mereció todo el repudio de miles de Latinoamericanos que de manera fraternal defendieron nuestra soberanía nacional y el derecho a la autodeterminación de la Rep. Dominicana.
El presidente Caamaño lo dijo de esta manera, “la humillación que el gobierno de los Estados Unidos de América del Norte hacía sufrir a la República Dominicana, militarmente invadida, significa también una dolorosa humillación para toda América. ¿Qué normas, qué principios pueden servir a las naciones americanas para hacer valer su vocación y su derecho a la independencia, cuando los gobernantes norteamericanos decidan, con vanas excusas y apoyados en la fuerza de sus cañones, imponerles su destino político? ¿A dónde ir a reclamar para que reconozca el derecho de un pueblo a ser independiente y dueño de su propia vida? ¿Qué organismos, qué instituciones serán capaces de defender esos derechos y de alentar a los pueblos a ejercerlos, sin temor a la intrusión de los que se han erigido en árbitros de la determinación ajena”?
Agregando que,” para desgracia de la República Dominicana y para desgracia de América, la Organización de Estados Americanos, en vez de asumir la defensa de nuestra soberanía, en vez de sancionar severamente la intervención militar para hacer de este modo honor a los principios que dice sustentar, no sólo se colocó de espaldas a su propia Carta Constitutiva, sino que también empujó, aún más, el puñal que hoy se clava en el corazón de nuestra patria”.
En este 56 aniversario de la guerra patria de abril de 1965 es propicia la ocasión para recordar las palabras del presidente Caamaño, cuando presentó renuncia como presidente constitucional de la República, “porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. Ningún poder es legítimo si no es otorgado por el pueblo, cuya voluntad soberana es fuente de todo mandato público…”
“Ante el pueblo dominicano, ante sus dignos representantes que aquí encarnan el honorable Congreso Nacional, renuncio como Presidente Constitucional de la República. Dios quiera y el pueblo pueda lograrlo, que esta sea la última vez en nuestra historia que un Gobierno legítimo tenga que abandonar el poder bajo la presión de fuerzas nacionales o extranjeras. Yo tengo fe que así será”.
“Nunca tal vez en la vida de los dominicanos se había luchado con tanta tenacidad contra un enemigo tan superior en número y en armas. Luchamos, sí, con bravura de leyenda, porque íbamos desbrozando con la razón el camino de la Historia. No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. La verdad auspiciada por nuestra causa fue la mayor fuerza y el mayor aliento para resistir. ¡Y resistimos! Ese es nuestro triunfo porque sin la tenaz resistencia que opusimos, hoy no pudiéramos ufanarnos de los objetivos logrados.”
“Nosotros cedimos, es cierto, pero ellos, los invasores que vinieron a impedir nuestra revolución, a destruir nuestra causa tuvieron que ceder también ante el espíritu revolucionario de nuestro pueblo. Ahí están, hablando por sí solas, las conquistas alcanzadas y que constan, engrandecidas por la sangre de los caídos, en el Acta Institucional y en el Acta de Reconciliación Dominicana. Se nos han reconocido múltiples derechos económicos y sociales”.
“Hemos logrado la fijación de elecciones libres a breve plazo. Hemos conquistado las libertades públicas, el respeto a los derechos humanos; el regreso de los exiliados políticos, el derecho de todo dominicano a vivir en su patria sin temor a ser deportado.
Pero, por encima de todo, hemos logrado una conquista inapreciable, de fecundas proyecciones futuras: ¡La conciencia democrática! conciencia contra el golpismo, contra la corrupción administrativa, contra el nepotismo, contra la explotación y contra el intervencionismo”.
“Hemos conquistado conciencia de nuestro propio destino histórico. En suma, conciencia del pueblo en su fuerza que, si el 24 de abril le sirvió para derrotar a las oligarquías civil y militar, hoy, nutrida por esa maravillosa experiencia y esta lucha asombrosa le permitirá forjar, en la paz o en la guerra, su libertad y su independencia. ¡Despertó el pueblo porque despertó su conciencia!”.
Y terminó pidiendo al pueblo el siguiente juramento:
Juramos luchar por la retirada de las tropas extranjeras que se encuentran en el territorio de nuestro país. Juramos luchar por la vigencia de las libertades democráticas y los derechos humanos y no permitir intento alguno para restablecer la tiranía. Juramos luchar por la unión de todos los sectores patrióticos para hacer a nuestra nación plenamente libre, plenamente soberana, plenamente democrática
En este 56 aniversario de la guerra patria de abril del 1965, los dominicanos debemos honrar a todos los caídos y seguir el ejemplo de sacrificios de los hombres y mujeres que protagonizaron este importante acontecimiento histórico para la República Dominicana y que marca un antes y un después en el proceso democrático en el país.
El presidente Caamaño, el coronel Fernández Domínguez y los miles de patriotas militares y civiles que dieron sus vidas en defensa de la patria, nunca deben ser olvidados por nuestro pueblo, por el contrario, su ejemplo es una luz que ilumina el camino de la lucha del pueblo dominicano, honor a quien honor merece.
Por Luis Fernández
*El autor es político y comunicador