Realmente hace muchos días que parece que la inspiración decidió coger pausa, sin ninguna justificación, simplemente porque entendió que necesitaba vacaciones.
Ella decidió tomar posesión de su cargo, nueva vez, cuando leí un artículo publicado por una página que se identifica como un blog personal, llamado Entre Líneas. Entré a la misma y me encantó.
El tema trataba sobre la forma en que en ocasiones los padres abordan el tema de enseñar a dormir solos a los infantes, de manera abrupta, obviando a veces el factor ambiental y emocional.
Tan pronto leí lo publicado, mis pensamientos retrocedieron de una forma tan acelerada, al pasado, que me fue imposible impedir el paso a la tristeza.
Recordé que, durante muchos años, dormía con mi madre, pero un día, ella decidió que yo estaba muy grande, y que tenía que aprender a dormir sola.
Como solía ser ella, que pasaba de la palabra a la acción, me compró una camita, que, en aquellos tiempos, le decían sándwich, y me ordenó a partir de ese día, dormir sola.
Precisamente ese día, asesinaron a un hombre por el barrio, y por más que les dramatice, nunca entenderán el miedo tan grande que se apoderó de mí.
Durante toda la noche me mantuve con un estado de ansiedad, que realmente me sorprende haber sobrevivido.
No intento culpar a mi madre, debido a que, en esos tiempos, el psicólogo, era un “vejigazo” bien aplicado, pero las consecuencias a lo largo del tiempo, son difíciles de superar.
A pesar de esa experiencia inolvidable, hay algo que me hace sentir triunfadora, pues, aunque aún yo esté trabajándome ese trauma, no repetí esa historia con mis hijos, y con relación al tema, en ocasiones siento envidia por la forma en que se manejan al momento de dormir, pero sigo luchando y poco a poco, voy viendo cómo superar totalmente esa parte tan negativa en la vida de cualquier ser humano.
De todos modos, siempre doy gracias a Dios por haber tenido a esa madre, reconociendo que esa era la costumbre en esos tiempos. Nunca la olvido.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica