A esos que sólo piensan en su barrilito, exoneraciones, cofrecito, viáticos, dietas o gastos de representación, a esos que van sólo a hacer negocio, que no les importa la suerte de quienes, con sus votos los colocaron en esa curul, esos que no piensan ni hacen nada por mejorar la dignidad de sus conciudadanos, esos que se constituyen en asociación de malhechores en contra del interés común y de la patria que quiso Duarte para todos los dominicanos.
Deben saber que ya la pava no pone donde ponía y que hasta el más humilde o pequeño, que ellos consideren, sabe de sus despropósitos, ya se entera, gracias a la tecnología y a los medios de información, a los cuales esos mismos congresistas tratan de coartar, y no podrán.
Deben saber más, ellos y todos los que pretendan intimidar a este pueblo indómito, valiente y viril, que está dispuesto siempre a poner el pecho al plomo, cuando de sus libertades y derechos se trate.
A los dominicanos nos gusta y queremos vivir en paz, queremos ver crecer nuestros hijos y nietos sin el temor de perderlos en cualquier momento o esquina, queremos vivir en una sociedad mucho mejor a la que vivimos hoy.
Pagamos nuestros impuestos, positivos o impositivos, queremos contribuir con la construcción de colectivos solidarios, comunidades altruistas donde se persiga el bien común, en paz y respeto con los demás.
Hay que enseñar con el ejemplo, a pesar de las hostilidades del medio donde nos encontremos. Respetar el derecho de los demás y procurar que el tuyo sea respetado, es siempre, una tarea ardua y difícil, pero necesaria.
Hay que rescatar el derecho a la dignidad, al respeto, al honor, a la verdad y la justicia, hagamos sinceras nuestras intenciones, es la mejor y única forma, sobre todo en estos momentos de crisis y una realidad muy desigual e injusta para la mayor parte de nuestra población.
A pesar de todo esto, nos empeñamos en contribuir con la construcción, siempre en proceso, de eso que llamamos democracia. Señores congresistas, pónganse en la piel del prójimo, piensen un poquito en los demás, no corran la rosca.
Señores congresistas, traten, hagan lo posible o imposible, no sigan ignorando la realidad en la que viven la mayoría de sus conciudadanos. Duele ver, en la actual situación, la avaricia, la traición, lo que las personas hacen por dinero y en lo que pueden llegar a convertirse.
El hombre está llamado a ser amo y señor de esta tierra, pero no acosta del sacrificio y el dolor del prójimo. Imagino que todo comenzó mal con el libre albedrio y la acumulación originaria. Ustedes congresistas, quizá mejor que nadie, comprendan y sepan que “también existen los que no tienen nada que perder, ni siquiera la muerte” …no corran la rosca.
Por Ebert Gómez Guillermo