Es tiempo de lluvias y calor, de tormentas y huracanes, de violencia y agresividad en las calles, también es época de personas optimistas, que no se rinden ni amilanan, que inspiran a seguir adelante.
Los días pasan, el tiempo transcurre en medio de las expectativas, sin la certeza de cómo será el final. Esperar en medio de las adversidades, de los obstáculos, del enemigo invisible que presientes. Lo único vivo es la fe, la esperanza de que toda esta incertidumbre tendrá su final, las nubes se disiparán y veremos la luz que iluminará el camino.
Como mucha gente en este país me siento estancado, sin salida. Con la ironía de que me pueda llegar la muerte en cualquier momento o esquina, como a muchos les llega a diario, dejamos el tiempo pasar sin poder hacer nada, no hay oportunidades ni buena suerte.
Es un privilegio tener aire para respirar y pan que comer, la censura nadie la impone, pero las circunstancias me obligan a callar, para no caer mal o ser perjudicado. Dicen muchos, hay que agradecer que se esté con vida.
La gente joven tiene fuerza y deseo de trabajar, el ingenio se deja ver y sentir en cualquier vía y camino. Más del 60% del empleo es informal, informal quiere decir sin forma, sin orden, en muchas ocasiones de manera ilegal, sin reglas ni normas de salubridad, sin pago de impuestos.
De una población aproximada a los 11 millones, (sin contar más de un millón de ciudadanos haitianos), 5 millones son laboralmente activos, de estos sólo un 10 % pueden tener un puesto en el sector público y un máximo de un 20 % en el sector privado, con una distribución de la riqueza social donde un 20 % de la población retiene un 80% de los beneficios y un 80 % de la población apenas recibe un 20.
O sea que, según estas estadísticas, por cierto, muy conservadoras, en nuestro país sólo un 30 % de la población viven con un mínimo de seguridad y bienestar aceptable, mientras que un 70%, aproximadamente, no tiene ni bienestar ni seguridad.
Nos quieren hacer vivir en un mundo de fantasías, de ilusión, de soñar ser felices reflejándonos en la felicidad de otros, realidad que no se relaciona con nuestra situación.
Para las grandes mayorías lo más fácil es seguir siendo servil, soportes de quienes detentan el poder, de cualquier manera. La otra opción está en cada uno de nosotros, personas buenas e inteligentes que hemos tenido un sueño, un ideal, una alternativa por la cual luchar.
Es difícil, es riesgoso, pensamos que nunca lo lograremos, pero es en ese preciso momento, que tenemos la oportunidad de romper las reglas y ser parte de las excepciones, para seguir soñando que no todo está perdido.
Por Ebert Gómez Guillermo