La oligarquía como expresión económica habría nacido con el fin de controlar la propiedad comunal, muchos siglos antes de la era cristiana, y como expresión política organizada, en la Atenas del siglo VI, A. de C., en tanto que la clase media, cuna de la burguesía, se forjó a través del comercio y oficios artesanales.
En el Manifiesto Comunista, de Carlos Marx y Federico Engel, se proclama que la lucha por el control del poder sería entre el proletariado y burguesía, cuya acepción sociológica, económica e ideología engulle el concepto de oligarquía.
Aunque el diccionario define oligarquía como “Grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político”, desde el ámbito de la estratificación social se refiere al sector económico cuyos activos son desproporcionalmente mayores a la mano de obra que emplea.
Para los fines de esta reflexión prefiero usar el término “clase media”, en vez de burguesía, porque incluye a los diversos estamentos productivos que relacionan al capital con la fuerza de trabajo, cuyo crecimiento y desarrollo está vinculado con progreso colectivo.
Desde el ajusticiamiento de Trujillo, la clase media ha tenido un accidentado proceso de expansión económica y política, lo que se atribuye a que los grupos oligárquicos mantienen control sobre la propiedad inmobiliaria, sector financiero, exportaciones agrícolas e importaciones de bienes.
Durante más de sesenta años, la clase media ha crecido a contrapelo de la oligarquía en un ambiente de elevado desempleo, salarios deprimidos, restricciones al entrenamiento laboral y control del brote del crecimiento economico.
La pujanza que se atribuye a ese sector comenzó a partir de 1990, con la apertura de la economía, lo que permitió un rápido “crossover” desde una basada en exportaciones de azúcar, café, cacao y tabaco en rama, a otra sostenida en el turismo, manufactura, agroindustria, remesas, inversión extranjera y comunicaciones.
Esa es la razón por la que la clase media ha tenido en sentido general una conducta política e ideológica de tinte progresista, porque en termino social y económico no tiene mucho que agradecer a los grupos oligárquicos.
Líderes pertenecientes al grupo oligárquico, encabezados por don Antonio Guzmán, contribuyeron con su persona y propios recursos económicos al retorno de la democracia, conculcada con el golpe de Estado al presidente Bosch.
La clase media ha liderado aquí la lucha contra la corrupción, prácticas desleales de comercio, contra los monopolios, por la defensa del medio ambiente y en favor de conquistas sociales como reforma de la seguridad social. Por alguna razón, no explicada aun, gobiernos progresistas han ido a parar al control oligárquico.
Por Orión Mejía