República Dominicana vive en “democracia defectuosa”, en un contexto latinoamericano donde solo Costa Rica y Uruguay mantienen puntuación suficiente para ser consideradas democracias completas, conforme a un ranking elaborado por la revista The Economist, que sitúa al país en el lugar sesenta en el mundo y once en la región.
Esa prestigiosa revista inglesa juzga la calidad de la democracia alrededor del mundo bajo cinco premisas: pluralismo electoral, existencia de procesos democráticos, funcionamiento del gobierno, participación política de los ciudadanos, la cultura política del país y el respeto a las libertades civiles.
Conforme a ese escrutinio, Suecia fue en 2021 la democracia más relevante, con un índice de 9.88, en tanto que la de Afganistán fue la peor, con apenas 0.32. La Dominicana alcanzó 6.0, por lo que ha sido tipificada como “democracia defectuosa”.
Por celebrar procesos electorales de manera continua durante 55 años, puede decirse que aquí se refleja una amplia participación política de los ciudadanos, y también se diría que prevalece un aceptable nivel de cultura política, pero no así en lo referido al respeto de las libertades ciudadanas.
América Latina ha sido el continente que ha experimentado mayor retroceso político desde 2006, cuando comenzó a aplicarse ese ranking, al punto que Chile perdió su condición de democracia completa, México, Ecuador y Paraguay se degradaron desde democracia defectuosa a hibrida.
Solo el 1.3 de los habitantes latinoamericanos viven bajo un régimen de democracia completa, en tanto que el resto lo hace en ambiente de democracias defectuosas o hibridas, que se considera cercano a la tirania.
Esos espacios democráticos han sido lacerados principalmente por el repentino protagonismo de los extremos políticos que han afectado procesos electorales en Chile, Perú, Honduras, Brasil, Ecuador y El Salvador, con drástica reducción de los niveles de influencias de las corrientes centristas.
Contrario a la mayoría de los países de América Latina, donde predomina la confrontación entre extremos políticos e ideologías, aquí los mayores obstáculos para alcanzar el anhelo de una democracia completa lo representan el modelo económico que se pretende imponer y el crónico déficit educativo.
Si no se frena el ensamblaje neoliberal y se aplican políticas de promoción a la calidad de la educación, los extremos políticos recuperarían influencia como ha ocurrido en centro y Suramérica, por lo que se aconseja al presidente Luis Abinader archivar muchos proyectos de fideicomiso y alianza público privada que a la larga serían veneno para la democracia.
Por Orión Mejía