Al final de los dos primeros decenios del siglo XXI, en los albores de la Cuarta Revolución Industrial, la sociedad dominicana experimenta un marcado atraso político que se refleja también en el accionar empresarial, aun cuando la economía ha crecido de manera sostenida por décadas.
La dominicana es una economía que se acerca a la condición de renta media, lo que quiere decir que estaría más próxima al pleno desarrollo que a la situación de subsistencia que acarreó desde mucho antes del coloniaje, pero su estratificación social parece no marchar a la par con el crecimiento del PIB.
Mejor sería decir que el liderazgo político, en termino general, ha quedado estancado en la época de Concho Primo, sin darse cuenta que literalmente el planeta cabe hoy por el hoyo de una aguja y que, si bien todavía carecemos de una burguesía gobernante, la clase media se ha consolidado y extendido.
Hace más de medio siglo, cuando aún prevalecía el estribillo aquel de que “en tu casa comen harina y un día al año ven la gallina”, Juan Bosch abordaba por radio temas económicos y sociales de gran profundidad, pero en lenguaje sencillo, lo que ayudó grandemente a mejorar la educación política del pueblo.
José Francisco Pena Gómez fue otro líder que supo conectar con las masas a través de las ondas hertzianas, con una valiosa contribución en términos de educación política, bajo la orientación socialdemócrata, lo que permitió a la población acercarse a los discursos de líderes mundiales de esa corriente ideológica.
Los partidos liberales fundados por Bosch han dirigido la nación desde finales del siglo pasado sin que ni uno ni otro haya logrado la meta fundamental de convertir la burguesía en clase gobernante, que fue el propósito del maestro para consolidar una auténtica democracia.
Durante casi 60 años, el país ha sido gobernado por un presidente conservador, Joaquín Balaguer (22 años) que promovió las leyes agrarias y la estatización del capital heredado de Trujillo, y otros seis presidentes liberales, que promovieron democracia política, pero en el manejo de la economía han actuado como conservadores.
El liderazgo opositor, con obvia excepción, articula un discurso político que poco tiene que envidiarle a una discusión entre aguiluchos y liceístas, mientras por el lado de gobierno, el atraso político se expresa en el rechazo a aprobar leyes que coloquen a la sociedad dominicana en el ámbito de las naciones progresistas.
En términos políticos, se ofrece la impresión de que líderes y partidos se visten de progresistas en la oposición y de conservadores o retrógradas cuando escalan las escalinatas del Palacio Nacional. A eso se debe mi insistencia para que el presidente Luis Abinader gire un poco a la izquierda.
Por Orión Mejía