La tragedia que ha significado la muerte a balazos del comunicador y animador deportivo Manuel Duncan a manos del vicealmirante Félix Alburquerque obliga a reflexionar sobre el incremento de homicidios tipificados como “crímenes de ira”, que se perpetran cuando el homicida actúa por arrebato o cólera.
Los especialistas definen la violencia de ira como aquella que no se perpetra como acción principal para la comisión de un crimen como seria cuando el asaltante dispara contra su víctima para robarle o el sicario que asesina a cambio de dinero.
Abogados penalistas suelen presentar en audiencia jurisprudencias en las que se considera el crimen de ira como circunstancia atenuante y no agravante, aunque por lo general al homicida se le aplica el rango de pena tipificado en el Código Penal.
Desde la óptica del Ministerio Público y del juzgador la ira o cólera como elementos paliativos carece de asidero porque ninguna ley penal o dispositivo procesal la prevén, pues valoran solo las circunstancias probatorias de que el imputado incurrió en tipo de violencia que causó homicidio o asesinato.
Lo que muchos abogados intentan demostrar en estrado es que la ofensa sufrida por su defendido seria de tal magnitud física o moral a causa de la cual sufre un tipo de ira que lo lleva “a perder el juicio”, en cuyo estado perpetra el crimen.
Es importante subrayar que en el ordenamiento jurídico dominicano la figura del delito o crimen de ira es irrelevante ante el fardo probatorio que identifique los elementos constitutivos de un homicidio o asesinato, aunque pueden valorarse atenuantes como legítima defensa.
La muerte del comunicador Manuel Duncan es ante todo una tragedia que desnuda un tipo de violencia social derivada de una silente pandemia de ira, como muestra, además de este penoso suceso, el asesinato del ministro Orlando Jorge Mera y la muerte a balazos de una pareja de esposos perpetrado por un funcionario, entre otros sucesos.
En 2021 se registraron 1,349 homicidios, un 8.6% más que los reportados en 2020, el 62% de los cuales se perpetraron con armas de fuego, lo que quiere decir que más de seis de cada diez muertes violentas fueron causadas a balazos. También se resalta que se produjeron 144 homicidios considerados feminicidios.
De nuevo la sociedad dominicana se conmociona por una tragedia cuyo causal principal se tipifica como violencia o crimen de ira, enfermedad silente que se extiende muy por todas las clases y capas sociales, tanto así que la gente se enfada muy fácilmente, ingresa en cólera, pierde el juicio.
Por Orión Mejía