A los gobiernos del presidente Balaguer, cuyas raíces sostenían a grupos oligárquicos generados después del ajusticiamiento de Trujillo, sufría con frecuencia desdoblamientos políticos que lo hacían aparentar como si fuesen de izquierda, en plena época de Guerra Fría, con lo cual llegó a encantar a varias franquicias comunistas.
El régimen balaguerista tuvo desde 1966 hasta su accidentada salida del Poder en 1978, el tinte de dictadura unas veces ilustrada, otras, cruenta, pero con frecuentes ataques de epilepsia populista que daban la impresión de que esos bruscos movimientos políticos correspondían a un gobierno de corte marxista.
Cuando un sector de la izquierda pregonaba la tesis de “lo mejor para el campo”, que consistía en enviar a sus mejores cuadros a las comunidades rurales para encender las praderas y promover la revolución socialista, hacía tiempo que otro grupo acompañaba al gobierno en la promoción del Código Agrario.
No se puede negar que ese fue un estatuto revolucionario en momentos cuando el latifundio y la esclavitud se separaban por una tenue línea imaginaria, porque como lo plasmó Juan Bosch en su cuento “Los Amos”, los dueños de la tierra eran también los esclavistas del siglo XX.
A la par con esas apoplejías de izquierda, las cárceles estaban llenas de presos políticos y miles de dominicanos sufrían la condición de exiliados, mientras la oposición liberal contaba centenares de cruces de muertos y desaparecidos, en un ambiente de represión, en el que los periódicos vespertinos ejercieron libertad de prensa, en desafío a “los incontrolables”.
No se olvida la “Ley de Cuota Parte”, mediante la cual el Gobierno expropió grandes extensiones de tierra a terratenientes cuyos predios eran irrigados por canales construidos por el Estado. El 55% de la producción arrocera corresponde hoy a parceleros de la Reforma Agraria.
La tesis “Dictadura con respaldo popular”, esgrimida por Bosch en la década de los 70 tuvo su base en erigir una plataforma política contra “El frente oligárquico” (terratenientes, banqueros, grandes comerciantes importadores y exportadores), que era el sostén del gobierno balaguerista, durante el cual sus capitales se multiplicaron.
Balaguer se preservó en el Poder durante los primeros tres lustros de sus 22 años, con el empleo de un brebaje que incluía represión política y un tipo de populismo que iba desde el reparto de muñecas y bicicletas hasta las Leyes Agrarias, con las cuales se granjeó “una alianza táctica” con al menos un partido de izquierda.
Resulta inexplicable que en 30 años de gobierno de tres partidos con génesis en los pensamientos liberales o revolucionarios de Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, reediten de Balaguer su lado conservador y no su epilepsia de izquierda.
Por Orión Mejía