Johnny Ventura representa el perfil más auténtico del gentilicio dominicano, por los valores cívicos y políticos que enarboló, defendió y promovió, cónsonos con los anhelos de libertad, equidad y justicia de la Patria de Duarte. Ha muerto un icono del merengue, patriota a carta cabal, buen hijo, padre y esposo.
Tuve el privilegio de sustentar su amistad por casi 40 años, desde aquel día que me contrató para trabajar como periodista en un proyecto de televisión donde recibí su proverbial buen trato, lo que quise reciprocar cada vez que lo contrataba para amenizar fiestas de fin de año en la institución donde laboraba.
El Caballo Mayor fue un artista innovador que revolucionó el merengue en su forma y contenido, al impregnarle ritmos más movidos con nuevos instrumentos y letras que pasaron de evocar pesar y tristeza a promover alegría, optimismo y denuncia social.
Conocí a Johnny Ventura mucho tiempo antes de la formalidad, en el restaurant “El Moderno”, cuando los muchachos de San Carlos, libamos las primeras cervezas e intentábamos en vano imitarlo en su estruendosa, pero armoniosa forma de bailar merengue.
Una vez, en Curazao, me sentí muy cerca de Duarte, cuando en un abarrotado salón de baile, la gente aplaudió hasta el delirio “al negro que bota miel por los poros”. Disfruté escenas similares en Puerto Rico, Miami, Nueva York, Panamá, donde veneraban a Johnny casi igual que en Dominicana.
Imitarlo en el baile del merengue “El tabaco” era casi imposible para todos nosotros, especialmente para los que teníamos los pies al revés, pero siempre lo intentábamos hasta el frenesí, porque su música contagiosa nos llevaba de súbito a la pista de baile.
A los expertos les tocar´s resaltar la figura de Juan de Dios Ventura Soriano como vocalista, músico, arreglista, compositor, director de orquesta y maestro, porque lo que deseo hoy transmitir a mis lectores es su perfil de patriota, de hombre solidario, buen amigo, trabajador incansable.
Por más de 40 años fue militante del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), leal al doctor Pena Gómez, pero con criterios propios que defendió con honor, como la vez que declinó presentarse como candidato a sindico, lo que no le fue aceptado.
Desde 2008 fue compañero de ideas y anhelos políticos del doctor Leonel Fernández, a quien acompañó en momentos difíciles de defensa de la Constitución, y como candidato a la alcaldía del Distrito Nacional, a causa de lo cual contrajo el coronavirus con graves secuelas a su salud.
El pueblo dominicano despide a una de sus figuras más egregias, al embajador por siempre del merengue, al artista inmenso y humilde, al hijo, esposo, padre, abuelo, bisabuelo ejemplar, a un gran patriota, un gran dominicano. ¡Hasta siempre, Johnny!
Por Orión Mejía