Lo que preocupa a Estados Unidos es el estallido migratorio que causará la crisis política, económica, social, institucional y sanitaria que abate a Haití, ante lo cual el presidente Joe Biden baraja retener migrantes haitianos en un tercer país o recluirlos en la base militar de Guantánamo, Cuba.
La emigración legal haitiana ha tenido al territorio estadounidense como primer destino, con un 46 %, seguido por República Dominicana con un 30.97 %, y a Canadá, con apenas un 6.28 %, según datos de Naciones Unidas (ONU), al 2019, que afirma que el número de emigrantes de ese país aumentó en un 23%.
La Casa Blanca y el Departamento de Seguridad Nacional procuran establecer la cantidad de emigrantes que tendrían que ser acogidos por lo que Biden define como “tercer país”, tomando en cuenta que la base de Guantánamo apenas dispone de 400 camas.
Guantánamo posee una cárcel para inmigrantes, pero es poco probable que esa base pueda acoger a los miles haitianos que se harían a la mar por causa de un estallido migratorio, por lo que la figura del “tercer país” enunciada por Biden se erige como asunto relevante.
República Dominicana ha sido señalada desde muy temprano como el país que debería acoger en calidad de refugiados, no solo a los vecinos que huyen de la violencia y la marginalidad, sino también a los que apresen los guardacostas en el mar o las patrullas fronterizas entre México y Estados Unidos.
El alerta de la embajada estadounidense a sus ciudadanos negros sobre trato desigual aquí, las sanciones contra el Central Romana, y la denuncia de Unicef sobre deportaciones de niños sin acompañantes, forman parte de la presión que se ejerce sobre el gobierno dominicano para que acepte esos designios imperiales.
No cayó bien en Washington la negativa del presidente Luis Abinader a firmar el documento de la Cumbre de las Américas, que consignaba a República Dominicana como receptora de la emigración haitiana, su rechazo al reclamo del Comisionado de la ONU a detener las repatriaciones, y menos aún la adquisición de aviones, vehículos y pertrechos militares para reforzar la frontera.
Estados Unidos no ha logrado que algún país acepte encabezar una fuerza de intervención en Haití, por lo que resulta menos probable aun que otro acepte instalar en su territorio campamentos de refugiados haitianos, razón por la cual todos los rostros de USA se voltean hacia RD.
Sería conveniente que el liderazgo político, empresarial, sindical y académico se unifique en torno a la resistencia del Gobierno a permitir campos de refugiados. No sería descabellado sugerir que el presidente Abinader se reúna con los exmanda Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejia para ponerlos al tanto de la situación.
Por Orión Mejía