Lo que se ha alega para oponerse a la extensión de estado de emergencia es que el Gobierno usa esas prerrogativas en provecho del candidato oficial, lo que quiere decir que no importa poner en riesgo un rebrote de coronavirus con incremento de contagios y muertes con tal de impedir ese supuesto privilegio.
Si ese fuera un razonamiento lógico y real hay que decir que si se lo propusiera el Palacio tiene infinitas formas de beneficiar la candidatura de Gonzalo Castillo, pero que la mejor ha sido tener un buen desempeño en el combate a la covid-19.
Es erróneo creer que el declive de una candidatura y el repunte de otra obedecen o depende de la extensión o no de un periodo de emergencia que básicamente sirve para contener desenfreno social ante el protocolo sanitario de prevención y contención de la pandemia.
Si al Gobierno le va bien en su plan sanitario y de alivio de los efectos económicos del coronavirus, es razonable creer que le irá bien al candidato oficial, pero si fracasa, obviamente perjudicaría las aspiraciones de Castillo, por lo que no resulta descabellado creer que en ese dilema radica la oposición a extender la emergencia.
El Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) respalda la extensión del periodo de emergencia porque sabe que lo contrario sería como despegar el pie del freno para pisar el acelerador en medio de una empinada que conduce al precipicio.
La oposición política debería entender que con o sin extensión de las restricciones sociales, seguirán los programas de transferencia económica, subsidios alimenticios, de créditos a empresas y emprendedores, aunque seguramente aumentará el número de decesos y de contagios.
Creer que el agravamiento posiblemente inducido de la pandemia conllevaría a un triunfo electoral constituye un trágico error, aun si se cree que con eso se detendría el ascenso de la candidatura contraria, porque lo que se estaría promoviendo es un cuadro indeseado de muertes, contagios y grave crisis económica y de gobernanza.
No creo que la intención sea la de procurar ese cuadro fatal, pero sí que se maneja una fórmula equivocada y fatal, que por demás no garantiza posibilidades de ganancia el 5 de julio ni en una posible segunda vuelta, porque se estaría amputando el brazo equivocado.
Gonzalo Castillo ha repuntado en el tablero electoral porque su equipo ha aplicado una estrategia electoral sostenida en el acompañamiento de la población asolada por una pandemia que ha convulsionado al mundo, ante la cual se ha posicionado como parte integral de soluciones y no de problemas.
Pase lo que pase, lo sensato y prudente debería ser que cuando se trate de la covid-19, todas las banderías políticas y electorales halen la cuerda en la misma dirección, y que en lo demás, que se abran cien flores y compitan cien escuelas ideológicas.
Por Orión Mejía