Los investigadores de Estados Unidos y Colombia han evitado que el jefe de Policía de Haití, Leon Charles, involucre a República Dominicana en las indagatorias sobre el asesinato del presidente Jovenel Moïse, como ha sido su evidente intención desde el momento en que se perpetró ese magnicidio.
Las autoridades haitianas afirmaron desde un principio que los matadores de Moïse hablaban español e inglés, lo cual es cierto, pero en las horas siguientes fue apresado un grupo de colombianos participantes en el crimen y otros tres muertos al enfrentar a tiros a la Policía.
En conocimiento de que fueron exmilitares de Colombia quienes perpetraron el magnicidio, se procedió entonces a publicar fotografías de algunos de los sicarios en sitios turísticos dominicanos y hasta frente al Palacio Nacional, con la obvia intención de mercadear la idea de estaban aquí como perros en su casa.
El jefe de la Policía haitiana ha dicho y repetido que sicarios y mandantes se reunieron en un hotel dominicano para planificar el apresamiento o muerte de Moïse, quien fue ultimado de doce balazos el 7 de julio en su residencia de Puerto Príncipe.
También se resalta que la mayoría de los colombianos ingresaron a Haití por la frontera, con lo cual se promueve la idea de que las autoridades dominicanas actuaron con negligencia, sin decir que portaban visados haitianos.
The Washington Post divulgó que fue en Fort Lauderdale, Florida, donde se celebró una reunión entre empresarios y políticos haitianos para planificar el complot. En ese encuentro participó Emmanuel Sanon, imputado como el ideólogo el magnicidio y quien habría contratado a la agencia de seguridad que reclutó a los colombianos.
El presidente de Colombia, Iván Duque, dijo que varios de los 24 mercenarios contratados tenían conocimiento de que su misión era la de asesinar al presidente Moïse y que los otros sabían que se involucrarían en un operativo contra el mandatario.
Los agentes del FBI enviados por Washington a Puerto Príncipe parecen enfocados en determinar las ramificaciones de complicidad de políticos, empresarios, policías y militares, por lo que no debería sorprender si la sangre del Presidente salpica a actuales autoridades haitianas.
Ahora se afirma que fue Felix Badio, un exfuncionario del Ministerio de Justicia de Haití, quien dio la orden para asesinar a Moïse, aunque faltaría saber quién lo instruyó a cambiar el plan de arrestarlo por el de matarlo.
El gobierno dominicano no debería confiarse en lo que hacen o dejan de hacer los actuales administradores del Poder en Haití, mucho menos en el jefe de Policía, que ha intentado sin lograrlo sesgar las investigaciones en procura de salpicar al país aún sea de manera indirecta.
Por Orión Mejía