La región de América Latina vive actualmente múltiples crisis migratorias, profundizadas y alimentadas por la violencia, el hambre, la falta de oportunidades, el cambio climático, la inestabilidad política, las crisis económicas y los conflictos armados, estos grandes desplazamientos humanos producen un gran número de muertes y desapariciones y por tanto una mayor frustración para los migrantes.
En los últimos cinco años, cientos de miles de ciudadanos de la región latinoamericana, principalmente de Guatemala, Honduras, Nicaragua, Venezuela y Haití por citar algunos países han cruzado selvas, ríos y desiertos para tratar de llegar a Estados Unidos o Canadá, en busca de una mejor vida, pero en su difícil trayecto, muchos solo han encontrado la muerte o las dolorosas desapariciones.
Las principales causas de los incidentes producidos por estos movimientos migratorios son ahogamientos, accidentes en vehículos o condiciones ambientales extremas, como golpes de calor, según datos de la organización Internacional para las Migraciones OIM, más de 6,000 migrantes han desaparecido desde 2014 a la fecha, mientras que alrededor de 1,750 murieron ahogadas en el rio Bravo.
Este rio es la frontera natural entre México y los Estados Unidos, convertido en una de las principales rutas de los migrantes en su trayectoria hacia ese país, la otra ruta importante es el tapón del Darién peligrosa selva que une a Sudamérica con el resto del continente, convertida en la ruta migratoria más letal de las Américas, por su ambiente hostil y la presencia de grupos criminales.
Estos desplazamientos son aprovechados por mafias violentas y por la logística criminal de crueles traficantes y transportistas, que se aprovechan de las vulnerabilidades de los migrantes, que en estas situaciones están expuestos además a la trata y tráfico de personas, abuso sexual, separación familiar, discriminación, lesiones y enfermedades, lo que es más grave en niños, niñas y adolescentes.
Estos grandes flujos migratorios impuestos por las carencias y el sufrimiento involucran a casi todos los países de América Latina ya sea como países de origen, destino, retorno o tránsito lo que está provocando que algunos países se sientan desbordados por los grandes flujos de migrantes irregulares en sus territorios, como es el caso de Costa Rica que ha declarado emergencia nacional.
El viceministro de la presidencia de Costa Rica, Jorge Rodríguez, declaro que, “la capacidad de su país para manejar el constante y creciente flujo de migrantes que pasan por su territorio en dirección a Estados Unidos llegó a su límite máximo”, por lo que el presidente costarricense, Rodrigo Chaves, declaró una “emergencia nacional” , para disponer de más recursos económicos.
Esto para fortalecer las capacidades de las instituciones encargadas de atender esta situación, desde el mes de junio ingresaban a territorio costarricense por la frontera sur (Paso Canoas), unos 900 migrantes lo cual se triplico en el mes de agosto a unos 2,700 diarios, en este cruce fronterizo existe un centro con capacidad para 300 migrantes, el cual ha sido desbordado y sus servicios han resultado insuficientes.
Panamá es otro de los países que se siente desbordado y es que las cifras son alarmantes, más de 250,000 personas cruzaron la peligrosa selva del Darién en el 2022 y más de 360,000 en lo que va del 2023, la mayoría proceden de Venezuela, Ecuador, Haiti, Colombia, China, India, Camerun, este gran incremento, ha sido favorecido por el aumento de las redes de tráfico y de grupos criminales.
La frontera México-Estados Unidos se ha convertido en la ruta terrestre más peligrosa del mundo, según datos del Resumen Regional Anual del Proyecto de la OIM de Migrantes Desaparecidos, 686 personas fallecieron o están desaparecidas durante el año 2022, el cual pone en evidencia que las muertes siguen subiendo y que los peligros que los migrantes enfrentan en la región son cada vez mayores.
Los migrantes continúan enfrentando grandes retos en su movimiento por la región. Entre ellos, el acceso a ayuda humanitaria como servicios médicos, alimentación y agua potable; las dificultades para la otorgación de un estatus regular que les permita acceder a otros derechos en su país de destino; la inclusión social, cultural y económica de la población, y la discriminación entre otros.
Los países de América latina tienen ante sí un gran reto que enfrentar con los aumentos del desplazamiento de grandes flujos migratorios, hay que priorizar el diseño de políticas públicas que permitan manejar positivamente la migración y promover condiciones políticas, económicas, de seguridad, sociales y ambientales para, que las personas lleven una vida pacífica, productiva y digna en sus países de origen.
Por Luis Fernández
*El autor es político, escritor y comunicador