Es inevitable impedir que los problemas nos envuelvan, tanto los nuestros, como los que afectan a personas queridas y cercanas.
Independientemente de que sea psicóloga, al parecer tengo una especie de imán para atraer a la gente, inclusive, a las que no conozco. Suelen ver en mí, una especie de refugio para descargar sus penas.
A nivel profesional, el ejercicio nos faculta para soportar que nos narren situaciones dramáticas, ayudar, mediante el empleo de ciertas estrategias, a los pacientes, logrando generalmente, sobrevivir a las cargas tan trágicas que en ocasiones recibimos.
Lamentablemente, a nivel de amistades y familiares, es muy difícil que salgamos ilesos ante los problemas que se les presentan a nuestros seres queridos, pero si no queremos morir antes de tiempo, tenemos que aprender a buscarle la vuelta al asunto.
Les cuento el caso de alguien muy cercano y querido, que tiene una hija muy afectada de salud. Lo más dramático de la situación, es que la chica está ingresada en un centro de salud de un pueblo lejano, lo que le ha impedido verla, solo recibe las informaciones que le hacen llegar los que sí pueden verla.
Como existe mucho aprecio entre las dos, cada vez que salgo al frente de mi casa, o me siento en la galería, ella aprovecha para acercarse y descargarme su situación.
He llegado a un punto, en que se me han agotado las palabras de consuelo, es una especie de círculo vicioso, que generó en mi organismo, una sensación de agotamiento y de tristeza. Hubo un momento en que mi preocupación fue tal, que fue preciso medirme la presión arterial. Creí que me iba a enfermar.
¿Conclusión?, la solución de ese problema no está es mis manos, de estarlo, le hubiese buscado una de inmediato. Entonces, luego de reponerme, decidí, con la ayuda de mi marido, tomar una pausa y recluirme, de forma tal, que, si tengo que pasar el día entero dentro de mi casa, sin salir al frente, lo haré, hasta tanto se defina la situación, de la cual, lamentablemente, no tengo el control.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica