Como a los hombres de cierta edad, se les dicen don, no se confundan, no estoy invitando a las mujeres a que salgan a la calle a buscar hombres, pero si están solteras, no hay nada malo en que hagan la diligencia. Eso es válido.
Lamentablemente, como ese no es el tema, para las que se estaban haciendo ilusiones, hoy les hablaré de lo que significa tener un don.
Buscando en papá google, aprendí que es un talento, una habilidad o capacidad que nos distingue del resto. Para mí, realmente es una virtud, un regalo de Dios.
En ocasiones nos damos cuenta de que lo poseemos estando muy pequeños, otras, cuando somos bastante adultos, y en algunos casos, por una necesidad en especial.
Es posible que muchas personas que leen esto, tengan un don oculto y no se hayan dado cuenta, o lo saben, pero prefieren dejarlo dormido.
No hay que ir a la Nasa, ni a la universidad de Harvard para descubrir un don. Por ejemplo, ya era bastante mayorcita cuando me di cuenta de que podía escribir, esto sucedió gracias a una posición laboral que me obligaba a permanecer muchísimas horas, completamente sola en una oficina. En mi caso, me impulsó la soledad.
Un don puede ser, en el caso de las mujeres: Saber cocinar bien, hacer una arepa, elaborar colchas, en fin algo en especial, que realizado de manera perfecta, puede convertirse en una fuente de ingresos, o simplemente una satisfacción personal.
Finalmente, esto me recordó una vez que yo estaba impartiendo una charla sobre la autoestima, y al final, una señora muy humilde, se me acercó y me dijo, que después de oírme ella entendió lo importante que era su trabajo haciendo arepas, pues hasta ese momento, le daba vergüenza decir que eso era lo que hacía, pero que al comprender mi mensaje, analizó que sus arepas, habían ido a lugares que ella nunca, ni en sueño había visitado: ¡Se las encargaban de Nueva York!…
Gracias a ese trabajo, había levantado su casita y su familia. Como su nivel de escolaridad, era muy bajo, le expliqué con toda la sencillez posible, que esa habilidad que ella tenía, se llamaba Don.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica