Han pasado los primeros cien días desde que Carolina Mejía asumió su función como alcaldesa del Distrito Nacional. Sin embargo, aunque la campaña ya pasó, todavía vemos afiches de cuando aún era candidata a la alcaldía, sin desmontar (contaminación visual); y una intensa agenda de actividades entorno a su propia imagen, al parecer, creada por su departamento o agencia de relaciones públicas.
Recientemente, vimos que la representante del Gran Santo Domingo posó en ropa deportiva caminado junto a los ricos del Piantini, quienes gracias a su gestión tendrán a su disposición a la INTRANT y la DIGESETTE, para que puedan bajar de sus torres con sus familias, por 4 horas cada domingo, sin que los carros los estorben. Y valga decir que por ahí no pasan rutas de transporte público.
Lo anterior nos obliga a preguntarle a la alcaldesa: ¿Y la Duarte pa’ cuándo? Porque es que aunque hizo campaña con los aportes de los dineros de los de arriba, ganó con los votos de la mayoría de los de abajo. Esto significa que su gestión debe enfocarse en menos fotos y más acción en aras de resolver las problemáticas que representa a la mayoría de los habitantes de la ciudad.
La Duarte reúne a la mayoría de la población transeúnte y trabajadora. Es una de las principales arterias comerciales y viales de la ciudad de Santo Domingo. Allí confluyen la mayor cantidad de rutas de transporte público y de buhoneros (un 90% de haitianos ilegales).
Los miles de dominicanos que se ven obligados a caminar diariamente por la zona, lo hacen con temor a ser atracados. También a ser atropellados, al compartir con los vehículos los pocos carriles que dejan disponibles los cientos de ventorrillos improvisados, colocados en las aceras y calles.
Claro está: que esa situación lleve más de tres décadas sin resolverse se debe a la falta voluntad política conjunta y sucesiva, que no es solo responsabilidad de Carolina. Pero sí una gestión que ahora le corresponde inequívocamente.
Roberto Salcedo no lo hizo y David Collado aunque se comprometió, tampoco. El tema sigue pendiente. Es una necesidad urgente erradicar el caos vial, polución, contaminación e insalubridad extrema persistente en este punto tan importante del Gran Santo Domingo y el país.
Por eso insisto en que ésta debió ser una de las principales acciones que debió emprender Mejía, durante sus primeros cien días. Aún más, en el marco de una pandemia de Covid-19, que más que monumento a sus héroes, necesita eliminar los focos de propagación.
Pero hay tiempo. Seguimos dentro de un estado de emergencia sanitario y en pocos días el PRM gobernará oficialmente la nación, ademas de la alcaldía.
Es decir que, con disposición, un mayor presupuesto y apoyo gubernamental será más fácil definir y convocar una gran mesa de trabajo, compuesta por las principales instituciones castrenses. Sí, hablo de la fuerza pública, primero: porque los intentos de negociación ya han fallado; segundo: porque en las ciudades no puede haber espacios vetados para el orden institucional. En consecuencia, las soluciones deben ser proporcionales en contundencia y complejidad.
Pero, como bien sabemos, una intervención no bastará para que sus efectos perduren. Hará falta otro trabajo conjunto interinstitucional para diseñar y poner en práctica políticas públicas de planeación, reestructuración y reordenamiento urbano. Mucho trabajo señora alcaldesa. Pero es posible.
Colombia lo logró, justamente en la capital. El ex alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa hizo lo que nadie había tenido la voluntad de hacer, intervino el denominado “Bronx”. Y así erradicó la arrabalización de una zona peor que la Duarte, gobernada por el crimen organizado de la droga, la prostitución, explotación sexual femenina e infantil y demás ilegalidades.
En resumen, la voluntad de un hombre bastó para desmontar una de las zonas más hostiles, peligrosas y temidas de una ciudad de más de 10 millones de habitantes.
Creo firmemente en que, la capacidad y tenacidad de una mujer como Carolina será suficiente para articular un plan estratégico que haga renacer el Distrito Nacional que, según cifras oficiales, cuenta con menos de un millón de habitantes.
Una nueva Duarte sería una especie de un nuevo centro de la ciudad, donde todos saldríamos beneficiados de poder caminar seguros por las aceras, comprar con tranquilidad en los espacios destinados para ello, que atraerá a los turistas a visitarlo, no a evitarlo.
De lograrlo, Carolina tendrá la mejor imagen pública de la historia. Sin necesidad de muchas fotos ni estrategia mediática demostrará ser una mujer con falda y pantalones de hierro, capaz de dirigir la alcaldía… y quién sabe si hasta la nación (si está en sus planes).
Por Anny Guzmán