En estos tiempos de disrupción digital resulta muy difícil a líderes y partidos de oposición sustentar un discurso electoral diáfano, atrayente, consistente con los anhelos de los diferentes grupos de interés o blanco de público, menos aún, auscultar el universo de la individualidad para atraer adhesión o lealtad.
Un buen relato electoral que resalte bondades del candidato y capacidad del partido para afrontar desde el Poder problemas o retos mayores de la sociedad, se desdibuja muy rápidamente al ingresar a las redes sociales, aguijoneado por telarañas de contra mensajes que promueven litorales adversos.
En término de marketing político, la campaña electoral que culminó con las votaciones municipales del domingo, estuvo bajo el control de “cuarteles de guerra” a cargo de esparcir virus mediáticos, como rumores, fake news, infamias y afrentas a través de las diferentes plataformas de Internet.
Otros equipos tenían a su cargo “la logística del día D”, que debía consistir en crear las condiciones materiales necesarias para atraer votantes a los colegios electorales, pero que devino en un insano mercado de compra y venta de sufragios, o también, según se ha denunciado, de financiar la abstención.
Observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), Participación Ciudadana y Justicia y Transparencia coincidieron en señalar que durante el día de las votaciones se comprobaron casos de compra de votos a las puertas de colegios electorales, pero también expresaron preocupación por la elevada abstención (53%).
El tiempo dirá si la baja votación fue consecuencia de un acto premeditado por el gobierno, con el uso de recursos públicos, como sustenta el doctor Leonel Fernández, o si se asume como expresión de rechazo a la actual gestión del presidente Luis Abinader, como proclama el candidato del PLD.
Los resultados electorales fueron tan atípicos que resulta difícil establecer con precisión las causas que motivaron un desenlace que seguramente no esperaban ganadores ni perdedores, por lo que corresponde a propios actores interpretar a su mejor conveniencia números y ecuaciones.
La expresión de José Martí, usada muchas veces por Juan Bosch, de que “en política hay cosas que se ven y cosas que no se ven; y a menudo las que no se ven son mas importantes que las que se ven”, se aplica con mucha propiedad a todo lo ocurrido antes, durante y después de las elecciones, pero bueno es advertir que después del palo asestado, ni el Altísimo lo despoja.
Lo lógico es que gobierno y partido oficial apliquen en mayo la misma receta que le resultó exitosa en febrero, pero la oposición no debería reeditar el mensaje difuso de una unidad filistea, ni pretender que en carrera de relevo un corredor coloque zancadillas a otro competidor de su misma bandería.
Por Orión Mejía