En algunos momentos de nuestras vidas se nos presentan situaciones en las cuales, a pesar de que sentimos gran aprecio por una persona determinada, observamos que está cometiendo un error, y por temor a hacerla sentir mal, callamos, permitiendo que siga repitiendo la acción. Lamentablemente, esa no es la actitud correcta.
Si alguien está presente en nuestro corazón, y realmente nos interesa, corregirla cuando se equivoca es un acto de amor.
Alguien muy querido por mí, y con quien diariamente compartía una gran cantidad de horas, siendo un intelectual, en todo el sentido de la palabra, tenía serios problemas con el uso del verbo dormir.
Su cerebro, era incapaz de registrar “durmiendo,” y con toda la naturalidad del mundo, repetía “dormiendo.”
Gracias a Dios que la relación entre nosotros es más que de hermanos, pues, no sé si era un plan del diablo, pero lamentablemente a cada rato, usaba ese verbo, y yo, sin ningún miramiento, le daba un boche, pero si no se le ha olvidado, porque no estamos tan cerca, creo que se curó de ese mal.
Debemos tener delicadeza al corregir, sin hacer sentir mal a los demás, sin humillar, tratando de que lo primero que prime en el intento, sea el cariño profundo que sentimos hacia quien se equivoca. Nunca debemos ser peyorativos, ni arrogantes, teniendo siempre presente, que todos, en algún momento, nos hemos equivocado.
Si amas a alguien que se encuentra en esas condiciones, y no lo corriges, estás demostrando todo lo contrario.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica