La historia del gobierno del presidente Joaquín Balaguer debe dividirse en dos modelos de gobernanza, el primero (1966-1978), signado por la represión política, y el otro (1986-1996), por una tímida apertura democrática, por tanto durante 12 años, como joven estudiante estuve involucrado en la lucha frontal contra ese régimen.
A la par con mis andanzas políticas desde el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y después en Partido de la Liberación (PLD), formé parte del liderazgo juvenil que impulsamos la formación de clubes deportivos y culturales en lo que hoy es el Gran Santo Domingo.
El 17 de enero de 1971 fundé el Club Salomé Ureña, que pronto se convirtió en una organización influyente entre la juventud del barrio Capotillo y zonas aledañas, con la creación de una escuela, grupos de Teatro, baile folclóricos y de lectura, ajedrez, así como actividades deportivas.
Los clubes deportivos y culturales se multiplicaron por todos los barrios de la capital, lo que fue aliciente para que miles de jóvenes se interesaran también por la educación, el cultivo del intelecto y el ejercicio de la actividad política.
Nueve meses después de fundado, el club Salome Ureña, la temible Banda Colará, asesinó a cinco jóvenes miembros del club Héctor J. Díaz, del barrio 24 de abril, el 9 de octubre de 1971, cuando los jóvenes regresaban del velatorio de un compañero, fallecido en accidente de tránsito.
Esa masacre describe con objetividad el peligroso y agobiante entorno de persecución, represión y muerte en el cual la juventud de entonces procuraba abrirse paso en una vida que para los denominados incontrolables y sus mandantes no tenía ningún valor.
Al periodista Orlando Martínez lo asesinaron la noche el 17 de marzo de 1975, al ser emboscado por sicarios civiles y militares, un crimen que consternó e indignó a toda la sociedad dominicana, además de estremecer los cimientos del régimen y de su aparato represivo.
Atribuyo al terremoto político que causó el asesinato de Orlando Martínez , la llamada que dos meses después me hizo Ramón Font Bernard, entonces director de Radio Televisión Dominicana (RTVD) para que me trasladara de inmediato a su oficina “porque era un asunto de vida o muerte”.
Una vez allí me mostró una lista presuntamente del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) donde figuraba mi nombre junto a otros dirigentes clubisticos tildados de “peligrosos”, a quienes se requería eliminar. Me dijo que me llevaría ante la presencia del presidente Balaguer, lo que en principio rechace, aunque confieso que tenía el corazón en la boca. Seguiré con el tema.
Por Orión Mejía