Son muy pocos los seres humanos que entienden que este órgano vital no es el equivalente al Archivo General de la Nación, o sea, pensamos que el mismo es un almacén donde hay que guardar especialmente las emociones negativas durante años, y lo que es peor, vivimos alimentándolas para que sean eternas, por los siglos de los siglos…
En ocasiones, lo guardado solo tiene importancia para nosotros, y cuando se refiere al rencor, lo más difícil es que la persona que lo provoca, a veces no lo sabe.
Como ser humano, no voy a excluirme. Dios sabe cuántas veces me he mantenido como si fuera un papagayo, reseteando en mi interior algo que para mí fue muy desagradable, y que me hizo una persona a quien quiero.
Obvio que debe haber amor incluido cuando nos sentimos tan lesionados, pero lo más triste del caso es que en ocasiones lo comento con alguien, lo retroalimento en mi corazón, pero a esa persona ni siquiera le he dado la oportunidad de retractarse. Gracias a Dios, lo reconozco y estoy trabajando en eso. ¿Qué se creen? Los psicólogos también somos seres humanos, y en muchas ocasiones, requerimos ayuda.
Otro problema es cuando entendemos que alguien nos debe agradecer por algo que hemos hecho en su favor, pero lo difícil es que, en ocasiones, para la otra persona, eso no fue nada extraordinario.
Una recomendación especial en este año que inicia, tanto para mí como para los que me siguen, es tratar de aprender a dar sin recibir nada a cambio, no acumular sentimientos negativos, especialmente si la persona que lo provoca no lo sabe. Por lo menos démosle la oportunidad de que se entere, y nunca permitamos que el rencor nos impida hacer el bien a los demás. Limpiemos el archivo de nuestros corazones.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica