La historia de las campañas políticas en la República Dominicana, durante la etapa de post-guerra, luego del ajusticiamiento del tirano, está plagada de discursos vacíos. Discursos pomposos cuyo único propósito, es conquistar el favor del voto en las urnas.
Es la época en la que los candidatos, en su afán por ser electos y lograr un puesto en la administración pública, donde el arca del erario esté al alcance de sus bolsillos, son capaces de pronunciar las palabras que, de antemano, saben a ciencia cierta que todos quieren escuchar, porque, al final, encierran las carencias de una sociedad que ha sido constantemente defraudada por ellos.
Sin embargo, en esta ocasión, prefiero no escribir sobre políticos y sus discursos de campaña. Me aterra tanto lo que leo y lo que escucho, que prefiero sentarme a escuchar a Silvio, y “El necio” es un buen desahogo para no sucumbir ante tanto despropósito.
Lo más lamentable, al menos en mi caso particular, resulta escuchar o leer a personas que uno ha seguido por tanto tiempo, no por coincidir en ideas, sino, por valorar la forma de abordar los temas, con una objetiva supina, desprovista de las lisonjas que solo provocan irrespeto, el propio y el ajeno. Sin dejar de reconocer que nadie es absolutamente imparcial, todos tomamos partido. ¡Pero carajo!
Por suerte, un “Ojalá” de Silvio se me viene encima, como un disparo de cordura que aterriza en mis sienes, como melodía salvadora que aparta de mí, toda esta modorra de unos políticos perversos que pretenden acosarnos.
…Lamento no poder continuar, espero que puedan entenderme, la música suele tener efectos mágicos, en mi caso, una melodía es capaz de provocar una especie de delirio que me hace sentir como suspendido en el tiempo, como cuando escucho “Mariposas”.
Prefiero escuchar a Silvio, toda la mañana, mientras afuera, continúa cabalgando la iniquidad. Sigo tratando de entender a Silvio, preguntando “A dónde van”, mientras afuera, los medios continúan sembrando el pánico en la población, contando muertos y contagiados hasta el cansancio.
“Y Mariana” le cierra el paso a los intolerantes, que pretenden robarme hasta la libertad de sentirme libre.
Sobre todo, en estos tiempos de “pandemia” y coronavirus, donde, al parecer, parte de sus efectos se reflejan en esta campaña política dominicana, provocando que los hacedores de opinión, otrora objetivos y sensatos, pierdan la vergüenza.
Por Daniel Rodríguez González