Parecería como si de pronto tomaran más sentido las letras de la canción “la vida sigue igual”, con la cual gano Julio Iglesias el primer lugar del festival de Benidorm en 1968.
Esta canción tiene una estrofa que reza de la manera siguiente “En cualquier parte, no importa el lugar hay hombres buenos que a morir se van y mientras mueren en otro lugar, los pueblos viven sin pensar en mas”.
A propósito de conmemorarse otro aniversario de la guerra de abril del 65, se nos ocurre hacerle una humilde retribución a los combatientes internacionalistas que intervienen en ese conflicto.
Al momento de estallar la revuelta, los responsables militares involucrados en la conspiración reunieron a los agregados militares que estaban bajo su radio de influencia, exhortándoles a que se reportaran a sus respectivas embajadas a fin de que pudieran regresar a sus países de origen, ya que la revuelta que acababa de estallar, por ser un asunto interno, que no les concernía.
La respuesta del capitán italiano y entrenador de hombres rana Elio Capozzi fue la siguiente “ningún hombre puede escoger el lugar donde quiere nacer, pero si puede decidir en qué lugar quiere morir, yo me quedo con ustedes”.
Aparte del capital Capozzi, entre los internacionalistas más conocidos estuvieron el capitán Andrés Riviere (francés) y el poeta haitiano Jaques Viaux, todos ofrendaron sus vidas por la causa del pueblo que en ese momento sintetizaba la causa constitucionalista, por ser este un movimiento cívico militar que luchaba por el retorno a la constitución del 1963 preconizada por el gobierno constitucional del profesor Juan Bosch, el cual fue derrocado en el 1963, por una conspiración conformada por sectores como la iglesia (con su recordado lema conspirativo “La familia que reza unida, permanece unida) y sectores conservadores de poder y el ala reaccionaria neotrujillista de las fuerzas armadas contando claro está, con la bendición de Washington.
El internacionalismo, ha sido una de las páginas recurrentes en la historia de nuestras naciones. En el pasado colonial surge egregia la figura de Máximo Gómez peleando junto a los cubanos para expulsar a los españoles de Cuba, llegando a convertirse en el comandante supremo de la guerra de independencia. La participación de Gregorio Urbano Gilbert junto a Sandino en Nicaragua y en la historia más reciente tenemos la participación de los cubanos Delio Gómez Ochoa (a quien tuve la oportunidad de conocer en la puesta en circulación de un libro en la Plaza de la Cultura) y Pablito Mirabal en la expedición del 14 de junio.
No podemos dejar de hacer mención del comandante Ramón Mejía (Pichirilo), un hombre con un amplio conocimiento operativo, en el plano militar, debido a los entrenamientos realizados en países de la órbita socialista. No solo fue uno de los comandantes más emblemáticos de la guerra de abril, si no que fue el hombre que guió el Granma hacia las costas cubanas, con la primera brigada de expedicionarios, pero aparte de ser el capitán del Granma (ya que no solo tenía amplios conocimientos en el terreno militar, sino también en la navegación), se distinguió por ser un destacado comandante en la Sierra Maestra.
Estos combatientes procedían de diversas nacionalidades italianas, españolas, haitianos. Jacques Viaux imponía la disciplina en su comando haitiano B3, exhortando a sus compatriotas a utilizar convenientemente el parque militar para no desperdiciar las municiones, el inmenso Ilio Capozzi entrenaba con amor y dedicación a una gran cantidad de jóvenes que no habían utilizado nunca un arma ni habían estado en aprestos de combate, fue admirable el grado de entrega y sacrificio de estos hermanos combatientes, los cuales se la jugaron en momentos cruciales defendiendo las mejores causas del pueblo dominicano.
A propósito del ataque a los constitucionalistas en el hotel Matún de Santiago, se hace referencia a la forma circunstancial que llevaron a un joven norteamericano que formaba parte del grupo de visitantes extranjeros que estaban alojados en ese hotel, el cual pidió que le suministraran un arma, para combatir a las fuerzas militares que atacaban al hotel, sumándose decididamente a los constitucionalistas que defendían esa posición.
Luego de pasado ese episodio, ese joven fue entrevistado por algunos medios y cuando le inquirían por sus motivos para intervenir en este conflicto respondió: “que le indignó ver la forma tan cobarde como atacaban a civiles y a niños sin ningún miramiento y que por esa razón combatió, señalando que si tuviera que volver a hacerlo, lo haría de nuevo.
Ingratitud hacia esos combatientes
Caamaño, quien fue el máximo líder militar de la revuelta, ha sido exaltado al panteón nacional, con el calificativo de Héroe Nacional, existen una Plaza y una Avenida con su nombre, amén de su estatua en la calle el Conde, otros como el coronel Rafael Tomas Fernández, principal ideólogo del movimiento constitucionalista, también ha sido exaltado y reconocido como un héroe nacional, sin embargo a esos hermanos internacionalistas que con nobleza y desinterés ofrendaron sus vidas luchando por las mejores causas y en defensa de nuestra soberanía, no son objeto del más mínimo, acto que pueda servir como un recordatorio y una retribución a quienes lo dieron todo sin exigir nada, sin ser ni siquiera dominicanos. Hace unos meses vimos con tristeza como un intento maltramado de hacerle un acto a la memoria de Jaques Viaux, cuyos restos descansan en el cementerio de Ciudad Nueva, conto con una asistencia destemplada y no pasó de diez minutos.
No hay ni siquiera un callejón que lleve el nombre de uno de esos titanes, un monumento, una plaza, una estatua simbólica, como se ha hecho en otros países con mejor memoria y mayor gratitud hacia los extranjeros que en un determinado momento se identificaron con sus causas, a riesgo de sus vidas…quizás pueda hacerse ese justo reconocimiento después que nos animemos a derrumbar el monumento que hemos levantado como símbolo de nuestra mala memoria y nuestra ingratitud irreverente.
¡Loor a los internacionalistas, los auténticos dominicanos les llevan en sus corazones!
Por Héctor J. Pacheco