El doctor Salvador Jorge Blanco ascendió al poder el 16 de agosto de 1982, impulsado por el triunfo electoral del Partido Revolucionario (PRD), exactamente 43 días después del suicidio del presidente Antonio Guzmán, por lo que fue juramentado por Jacobo Majluta, vicepresidente en funciones de mandatario.
Jorge Blanco prometió impulsar la transparencia y castigar la corrupción, promesas que resumían el slogan proselitista de “manos limpias”, pero su gestión, quedó matizada por la tragedia, con la poblada de abril de 1984, con saldo de más de 125 muertos, y con su propia condena penal por alegada prevaricación.
Ese segundo gobierno consecutivo del PRD garantizó en términos relativos las libertades públicas resguardadas en la gestión anterior, pero desde estamentos policiales, militares y de organismos de inteligencia se mantuvo una no disimulada presión hacia la prensa y los periodistas.
La firma de un acuerdo Stand By con el Fondo Monetario Internacional (FMI) marcó la gran tragedia de ese gobierno y de la figura política del presidente Jorge Blanco, porque en el corto plazo se incrementaron los precios de la canasta básica y por primera vez la economía tuvo crecimiento negativo.
Para ese tiempo laboraba yo en Radio Comercial como coordinador junto al periodista Pedro Familia, del noticiero Noti-Tiempo y también formaba parte del equipo de comentaristas del programa “La Historia de la Noticia”, de gran audiencia los domingos. En ambos roles nos confrontamos con la Policía y el DNI.
Mis relaciones con el presidente Jorge Blanco fueron casi siempre muy fluidas, con invitaciones a encuentros y festejos en su residencia del ensanche Naco y a actos oficiales en el Palacio Nacional, en las mismas condiciones que a la mayoría de los periodistas.
En una ocasión se reveló de que el Gobierno emitía cheques al portador, sin el nombre del beneficiario, lo que suscitó un gran escándalo, porque se trataba de una violación a leyes de la contabilidad estatal, por lo que reclamé al Presidente que explicara el uso que su gobierno le daría a los 80 pesos de mi contribución fiscal.
Al otro día fui convocado al Palacio Nacional por el secretario Administrativo, Rafael Flores Estrella (qepd), quien tenía instrucciones de Jorge Blanco de mostrarme todos los cheques al portador que emitieron gestiones de los presidentes Balaguer, Guzmán y Majluta.
No supe precisar si esa incómoda situación fue una satisfacción a mis requerimientos o un resabio presidencial ante las críticas que vertí por los cheques al portador, pero al final gané una gran amistad con Flores Estrella que perduró hasta su prematura muerte.
Por Orión Mejía