Lo que voy a relatar ahora, ocurrió una madrugada de 1999. Ya pasaba las tres de la mañana cuando mi vehículo quedó averiado justo debajo del túnel de la Núñez de Cáceres en dirección sur-norte.
En completa oscuridad, escuché pasos que se dirigían hacia mí, tomé mi linterna en la mano izquierda y un objeto contundente en la derecha preparándome para una confrontación con quienes se acercaban poco a poco.
Cuando sentí los pasos suficientemente cerca, encendí la linterna en la cara de las personas para deslumbrarlas y poder asestar un golpe con el objeto; pero oh sorpresa, eran dos policías. Gracias a la iluminación que hice a sus rostros, ellos no pudieron ver que casi le propino un golpe que pudo tener consecuencias serias.
Superado el susto, los policías se encargaron de retirar una obstrucción en el sistema de combustible, que era lo que provocó la avería, y lograron encender el vehículo salvándome de una situación que habría sido muy difícil, si en lugar de policías, se hubieran presentado allí, delincuentes.
Por ello, creo que, a pesar de la erosionada imagen pública de la policía, aún queda en esa institución mucha gente buena, honesta, decente y que, con la multiplicación de acciones como la que tuvieron conmigo, pudiera alcanzar niveles de credibilidad aceptables.
Sin embargo, ante las crecientes críticas por el aumento de la delincuencia, las últimas gestiones policiales han acudido a reducir el flagelo, a través de declaraciones y notas de prensa, mientras el crimen se apodera de las calles. Los últimos cinco incumbentes de la policía han producido declaraciones alegando bajas en la criminalidad, que, de haber sido ciertas, habrían convertido a la República Dominicana en el paraíso, en materia de seguridad pública, que hace algunos años fue.
Es de antología la actitud de algunos de los directores de la Policía de alegar descensos en la incidencia de la criminalidad en la sociedad, como si por el solo hecho de decirlo, esta disminuirá o la población le creerá; olvidando que esta misma población a la que ellos se dirigen, es la misma que está sufriendo día a día, los embates de la delincuencia desenfrenada.
Alcanzó ribetes de lo insólito cuando vimos al director de la policía entre los años 2010 y 2013, afirmar en por lo menos 14 ocasiones que el nivel de criminalidad, delincuencia o atracos y robos, había bajado sin contar dos en las que dijo que continuaba o seguiría descendiendo.
Intentar crear una percepción de seguridad a través de declaraciones, solo consigue despertar desconfianza, decepción e irritación en la población; lacera la esperanza del pueblo llano de volver a lo que históricamente ha sido la República Dominicana, un país seguro de gente amable, solidaria y mundialmente conocida por su calidez y cercanía con los visitantes.
No se puede pretender bajar la delincuencia a través de la percepción. Se requiere de un conjunto de políticas públicas que van desde, disminuir la pobreza y desigualdad social, hasta el diseño de políticas públicas que utilicen la tecnología de manera transversal.
No era cierto que la delincuencia disminuyó en un 20% como lo aseguro el entonces director en febrero del 2014, ni tampoco en un 24% como lo aseguro el director en septiembre del 2021, lo que sí descendió, fue la credibilidad de la Policía Nacional debido a la constancia en afirmaciones de ese tipo.
Las únicas estadísticas de las que se dispone, las tiene la Procuraduría General de la República y solo registra los homicidios, el resto de los delitos se registran de manera rudimentaria y muy dispersa en otras instituciones, lo que hace su tabulación extremadamente difícil y sobre todo poco confiable.
Es muy importante que la práctica de “bajar la delincuencia” mediáticamente, no continúe, aunque, al parecer, la tentación es muy alta porque hace apenas unos días, vimos una declaración de las autoridades en la que se aseguraba que la delincuencia había bajado un 25% debido al patrullaje mixto.
Según se ve, y partiendo de este método, al ritmo con que va descendiendo la criminalidad, pronto la delincuencia alcanzará cifras características del polo norte, es decir… BAJO CERO.
Por Enrique Muñoz
*El autor en Abogado